jueves, 25 de agosto de 2016

Evangelio del Dia - 25/8/2016

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Día litúrgico: Jueves XXI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 24,42-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».

«Estad preparados»

+ Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas 
(Barcelona, España)

Hoy, el texto evangélico nos habla de la incertidumbre del momento en que vendrá el Señor: «No sabéis qué día vendrá» (Mt 24,42). Si queremos que nos encuentre velando en el momento de su llegada, no nos podemos distraer ni dormirnos: hay que estar siempre preparados. Jesús pone muchos ejemplos de esta atención: el que vigila por si viene un ladrón, el siervo que quiere complacer a su amo... Quizá hoy nos hablaría de un portero de fútbol que no sabe cuándo ni de qué manera le vendrá la pelota...

Pero, quizá, antes debiéramos aclarar de qué venida se nos habla. ¿Se trata de la hora de la muerte?; ¿se trata del fin del mundo? Ciertamente, son venidas del Señor que Él ha dejado expresamente en la incertidumbre para provocar en nosotros una atención constante. Pero, haciendo un cálculo de probabilidades, quizá nadie de nuestra generación será testimonio de un cataclismo universal que ponga fin a la existencia de la vida humana en este planeta. Y, por lo que se refiere a la muerte, esto sólo será una vez y basta. Mientras esto no llegue, ¿no hay ninguna otra venida más cercana ante la cual nos convenga estar siempre preparados?

«¡Cómo pasan los años! Los meses se reducen a semanas, las semanas a días, los días a horas, y las horas a segundos...» (San Francisco de Sales). Cada día, cada hora, en cada instante, el Señor está cerca de nuestra vida. A través de inspiraciones internas, a través de las personas que nos rodean, de los hechos que se van sucediendo, el Señor llama a nuestra puerta y, como dice el Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Hoy, si comulgamos, esto volverá a pasar. Hoy, si escuchamos pacientemente los problemas que otro nos confía o damos generosamente nuestro dinero para socorrer una necesidad, esto volverá a pasar. Hoy, si en nuestra oración personal recibimos —repentinamente— una inspiración inesperada, esto volverá a pasar.

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Sé paciente contigo

Buenos días, amigo/a.

San Francisco de Sales fue el santo de la bondad y la mansedumbre. En la base de estas dos virtudes hay siempre una inquebrantable paciencia, que preserva la serenidad y paz del corazón. Hoy te ofrezco una sabia reflexión de este santo que fue también un apreciado director espiritual. Es un fragmento de una carta a una persona acompañada por él.

Sé paciente con todos, pero sobre todo contigo mismo. Quiero decir que no te desalientes con tus imperfecciones, sino levántate siempre con nuevo valor. Me alegro de que siempre comiences de nuevo cada día, no hay mejor medio de alcanzar la vida espiritual que el comenzar constantemente y no pensar nunca que ya se hizo bastante. ¿Cómo seremos pacientes con las faltas del prójimo, si somos impacientes con las nuestras? Toda corrección fructífera procede de una mente serena y tranquila.

Dile, pues, hoy al Señor: “Ayúdame a luchar con paz y gozo, caminando firme, sereno sin prisas. Quiero trabajar bajo tu luz, sabiendo que comprendes mis errores y que siempre puedo empezar de nuevo. Porque tú tienes confianza en mí, me esperas, y deseas que viva sanamente”. Que siempre estés dispuesto a comenzar de nuevo. P. Natalio.

Santoral del Dia:     SAN JOSE DE CALASANZ


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