jueves, 19 de enero de 2017

Evangelio del Dia - 20/1/2017

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Día litúrgico: Viernes II del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

«Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso»

Rev. D. Llucià POU i Sabater 
(Granada, España)

Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.

¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría). 

Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

El éxito no es casualidad

Buenos días, amigo/a

Una característica de las personas que han triunfado en la vida es su capacidad de ser realistas y concretos. Han tenido sueños que los han impulsado a trabajar y luchar, pero han comenzado desde lo que tenían a la mano, de lo posible y cotidiano. Fíjate metas posibles. Lo posible es fácil y simple. Crece con lentitud, pero avanza con seguridad.

El éxito no es una casualidad, sino la recompensa para quien lo buscó y luchó por él: Para quien al caer supo levantarse. Para quien necesitó ayuda, y supo pedirla. Para quien, cuando se sintió solo, buscó compañía. Para quien, cuando tuvo dudas, buscó un consejero. Para quien, antes de buscar ser entendido, se propuso entender a los otros. Para quien estuvo dispuesto a empezar en cualquier momento. Para quien comprendió que el amor es la fiel recompensa de amar.

En la base de los verdaderos triunfos está siempre una voluntad indomable. El pensador romano, Séneca, observó con acierto: “Los caracteres de recio temple hallan un gozo especial en las adversidades, lo mismo que el soldado intrépido en los más duros combates”. Que el Señor te ayude a desarrollar un temple de acero para ver en los obstáculos un punto de apoyo para lanzarte con más ímpetu hacia tus metas, y triunfar. P. Natalio.

Santoral del Dia:       SAN SEBASTIAN


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