jueves, 21 de marzo de 2024

EVANGELIO DEL DIA VIERNES 22 DE MARZO DE 2024

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https://youtu.be/qSOfXdKwCuc


VIERNES 5 DE CUARESMA


Texto del Evangelio (Jn 10,31-42): En aquel tiempo, los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?». Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: ‘Yo he dicho: dioses sois’? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios —y no puede fallar la Escritura— a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre». Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos fueron donde Él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.

«¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?»


Rev. D. Carles ELÍAS i Cao

(Barcelona, España)

Hoy viernes, cuando sólo falta una semana para conmemorar la muerte del Señor, el Evangelio nos presenta los motivos de su condena. Jesús trata de mostrar la verdad, pero los judíos lo tienen por blasfemo y reo de lapidación. Jesús habla de las obras que realiza, obras de Dios que lo acreditan, de cómo puede darse a sí mismo el título de “Hijo de Dios”... Sin embargo, habla desde unas categorías difíciles de entender para sus adversarios: “estar en la verdad”, “escuchar su voz”...; les habla desde el seguimiento y el compromiso con su persona que hacen que Jesús sea conocido y amado —«Maestro, ¿dónde vives?», le preguntaron los discípulos al inicio de su ministerio (Jn 1,38)—. Pero todo parece inútil: es tan grande lo que Jesús intenta decir que no pueden entenderlo, solamente lo podrán comprender los pequeños y sencillos, porque el Reino está escondido a los sabios y entendidos.

Jesús lucha por presentar argumentos que puedan aceptar, pero el intento es en vano. En el fondo, morirá por decir la verdad sobre sí mismo, por ser fiel a sí mismo, a su identidad y a su misión. Como profeta, presentará una llamada a la conversión y será rechazado, un nuevo rostro de Dios y será escupido, una nueva fraternidad y será abandonado.

De nuevo se alza la Cruz del Señor con toda su fuerza como estandarte verdadero, como única razón indiscutible: «¡Oh admirable virtud de la santa cruz! ¡Oh inefable gloria del Padre! En ella podemos considerar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del crucificado. ¡Oh, sí, Señor: atrajiste a ti todas las cosas cuando, teniendo extendidas todo el día tus manos hacia el pueblo incrédulo y rebelde (cf. Is 65,2), el universo entero comprendió que debía rendir homenaje a tu majestad!» (San León Magno). Jesús ha de huir al otro lado del Jordán y quienes de verdad creen en Él se trasladan allí dispuestos a seguirle y a escucharle.


MEMORIAS Y REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

El camino real de la cruz

 

Buenos días, amigo/a.

“Si de buena gana llevas la cruz, ella te llevará a ti y te guiará al puerto deseado donde será el fin de todo padecimiento que aquí nunca termina. Si la llevas contra tu voluntad, te echas encima una nueva carga, la haces más pesada y de todos modos, tendrás que cargar con ella. Al rechazar una cruz sin duda encontrarás otra y, tal vez, más pesada.

¿Por qué temes tomar la cruz que conduce al Reino?  En la cruz está la salvación, en la cruz está la defensa contra los enemigos, en la cruz hay una infusión de suavidad sobrenatural, en la cruz está la fortaleza del alma, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está el compendio de toda virtud y en la cruz está la perfección de la santidad. Sólo en la cruz hay salvación para el alma y esperanza de vida eterna. Toma tu cruz; sigue la perfección de Jesús y llegarás a la vida eterna. Él fue delante, llevando su cruz (Jn 19.17), y murió en la cruz por ti, para que tú también lleves la tuya y en ella desees morir. Porque si mueres con él, también con él vivirás, y si eres compañero de las penas, también lo serás de su gloria.

¡Ojalá fueses digno de padecer algo por el nombre de Jesús!  ¡Cuán grande sería tu gloria! ¡Qué alegría para todos los santos! ¡Y qué edificación para el prójimo! Todos recomiendan la paciencia, pero pocos son los que quieren padecerla. ¿No deberías tú, con generosidad, sufrir algo por Cristo, sabiendo que hay muchos que soportan mayores trabajos por el mundo?” Tomás Kempis, “La imitación de Cristo”. P. Natalio.


Santoral del Día:  SAN EPAFRODITO



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