lunes, 20 de junio de 2016

Evangelio del día - 20/06/2016



Si desea escuchar este mismo evangelio, 
haz click en el siguiente enlace y enciende parlantes: 


https://youtu.be/4YxvBnDVKcY

Día litúrgico: Lunes XII del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 7,1-5): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? 
¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano».

«Con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá»

Rev. D. Jordi POU i Sabater 
(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)

Hoy, el Evangelio me ha recordado las palabras de la Mariscala en El caballero de la Rosa, de Hug von Hofmansthal: «En el cómo está la gran diferencia». De cómo hagamos una cosa cambiará mucho el resultado en muchosaspectos de nuestra vida, sobre todo, la espiritual. Jesús dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados» (Mt 7,1). Pero Jesús también había dicho que hemos de corregir al hermano que está en pecado, y para eso es necesario haber hecho antes algún tipo de juicio. San Pablo mismo en sus escritos juzga a la comunidad de Corinto y san Pedro condena a Ananías y a su esposa por falsedad. A raíz de esto, san Juan Crisóstomo justifica: «Jesús no dice que no hemos de evitar que un pecador deje de pecar, hemos de corregirlo sí, pero no como un enemigo que busca la venganza, sino como el médico que aplica un remedio». El juicio, pues, parece que debiera hacerse sobre todo con ánimo de corregir, nunca con ánimo de venganza.
Pero todavía más interesante es lo que dice san Agustín: «El Señor nos previene de juzgar rápida e injustamente (...). Pensemos, primero, si nosotros no hemos tenido algún pecado semejante; pensemos que somos hombres frágiles, y [juzguemos] siempre con la intención de servir a Dios y no a nosotros». Si cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en los nuestros, no nos pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo queramos 
sacar la brizna del ojo de nuestro hermano (cf. Mt 7,3).
Si estamos bien formados, veremos las cosas buenas y las malas de los otros, casi de una manera inconsciente: de ello haremos un juicio. Pero el hecho de mirar las faltas de los otros desde los puntos de vista citados nos ayudará en el cómo juzguemos: ayudará a no juzgar por juzgar, o por decir alguna cosa, o para cubrir nuestras
 deficiencias o, sencillamente, porque todo el mundo lo hace. Y, para acabar, sobre todo tengamos en cuenta las palabras de Jesús: «Con la medida con que midáis se os medirá» (Mt 7,2).

PENSAMIENTOS DEL PADRE NATALIO:


Ladrillo tras ladrillo…


Buenos días, amigo/a.

La virtud de la constancia es fundamental porque da un toque de perfección a todos los talentos del hombre. 
Sin ella nada vale ser un genio en el arte, en la ciencia, en la literatura o en los negocios. No se llega a 
ninguna meta. Queda uno vencido por el camino.

Los días más amargos de Tomás Carlyle empezaron aquella mañana cuando su amigo Stuart Mill entró en su estudio 
diciendo: —No sé cómo decírtelo…Pero aquel manuscrito que me diste a leer… Pues, ¿sabes?... la sirvienta lo usó 
para encender la chimenea. Carlyle relata que experimentó sentimientos alternativos de ira y pesar, pero acabó 
en un hondo desconsuelo. —Hasta que un día —prosigue— asomándome a la ventana, vi a unos albañiles trabajando. 
Caí en la cuenta de que, igual que ellos iban poniendo ladrillo tras ladrillo, aún podía yo también añadir una 
palabra a otra, una frase a otra. Con aquella reflexión, comenzó a escribir de nuevo “La Revolución Francesa”. 
Y el fruto de su tenacidad perdura como una obra clásica en su género y como un monumento al valor que venció la
 frustración.

Beethoven, el genio de la música, dijo que el genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho
 por ciento de perseverante aplicación. La voluntad tenaz es la que produce el milagro de la constancia a toda 

prueba. Vale la pena entrenarla cada día. Hasta mañana. P. Natalio.

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