viernes, 24 de junio de 2016

Evangelio del Día - 24/6/2016



Si desea escuchar este mismo Evangelio, haz clic en el siguiente enlace y enciende parlantes.


https://youtu.be/C-IPBJoq5L0



Día litúrgico: 24 de Junio: El Nacimiento de san Juan Bautista


Texto del Evangelio (Lc 1,57-66.80): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

«El niño crecía y su espíritu se fortalecía»

Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel 
(Barcelona, España)

Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo. Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista:  «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel»  (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de  sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66). 
Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para  nuestros hermanos.


Alabado sea Jesucristo

Señor Dios, una vez más damos las gracias por la oportunidad de estar Contigo. Te pedimos que nos hagas sobrepasar cualquier cosa que hayamos elegido que nos mantendría rezagados o restringidos de conocerte. Elévanos de nuestras pretensiones y falsedades que hemos colocado delante de nosotros en la forma de juicios y conocimiento falso. Te pedimos que te lleves la ilusión para que nos asistas, a pesar de lo que hayamos hecho. Nos acercamos a Ti en gracia, a la puerta del perdón. Restaura nuestra dicha y nuestro valor, para que podamos pasar cada día y lo que nos encuentre, conociendo las bendiciones de cada momento y estando contentos con lo que contemplamos como a la verdad eterna. Aportamos nuestro entusiasmo para hacer lo mejor que podemos. Confiamos en que siempre Estás con nosotros y que Has preparado el camino. Nada hay en contra nuestro que vaya a prevalecer por siempre. Cualquier negatividad que encontremos, no ha de prevalecer. Hemos resucitado en el Cristo. El Espíritu Santo es nuestro compañero. Tú traes la mano del Señor para que nos acaricie, la fortaleza para que nos eleve, la vista para mirar Tu rostro, la Luz que nos permita ver la verdad y la sabiduría para saber que Tu voluntad se ha hecho. Y encontramos paz eterna.

ORACION PARA CONSAGRARNOS AL SAGRADO CORAZON DE JESUS.

Cuando ya transitamos por el último viernes de este mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, es un buen momento para consagrarnos a Él. La consagración es un pacto que hacemos con Jesús. Él nos dice: "Cuida tú de Mi honra y de Mis cosas; que Mi Corazón cuidará de ti y de las tuyas."
Para consagrarnos al Corazón de Jesús, digamos la siguiente oración:
«Yo, (N. N.), me dedico y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo; le entrego mi persona y mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, para no querer ya servirme de ninguna parte de mi ser sino para honrarle, amarle y glorificarle. Ésta es mi irrevocable voluntad: pertenecerle a Él enteramente y hacerlo todo por amor suyo, renunciando de todo mi corazón a cuanto pueda disgustarle. Te tomo, pues, Corazón divino, como único objeto de mi amor, por protector de mi vida, seguridad de mi salvación, remedio de mi fragilidad y mi inconstancia, reparador de todas las faltas de mi vida, y mi asilo seguro en la hora de la muerte. Sé, pues, Corazón bondadoso, mi justificación para con Dios Padre, y desvía de mí los rayos de su justa indignación. Corazón amorosísimo, en ti pongo toda mi confianza, porque, aun temiéndolo todo de mi flaqueza, todo lo espero de tu bondad. Consume, pues, en mí todo cuanto pueda disgustarte o resistirte. Imprímase tu amor tan profundamente en mi corazón, que no pueda olvidarte jamás, ni verme separado de ti. Te ruego encarecidamente, por tu bondad que mi nombre esté escrito en ti. Ya que quiero constituir toda mi dicha y toda mi gloria en vivir y morir llevando las cadenas de tu esclavitud. Así sea».

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO.

¡Buenos días!

Como una escoba

Cuando Bernardita Soubirous era religiosa de las Hermanas de la Caridad, una hermana de la comunidad le enseñó una foto de los lugares de Lourdes y manifestaba la grandeza de haber sido elegida para tan gran honor como es la visión de la Virgen. Bernardita se limitó a sonreír y, con aparente ingenuidad, preguntó:

 — Hermana, ¿para qué sirve una escoba? — Para barrer. Bernardita siguió preguntando:
— ¿Y después? — Se guarda en su sitio, detrás de la puerta.
— Así ha hecho la Virgen conmigo. Me usó y me ha vuelto a poner en mi sitio. Y yo estoy muy bien. 

El humilde reconoce a Dios como autor de todo bien. De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere sobresalir no busca tanto alcanzar una meta, sino crear distancia respecto de los otros. * Enviado por el P. Natalio



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