Día litúrgico: Jueves XII del tiempo ordinario
Santoral 28 de Junio: San Ireneo de Lyon, obispo y mártir
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Mt 7,21-29): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’.
»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.
«No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos»
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu
(Sant Feliu de Llobregat, España)
Hoy nos impresiona la afirmación rotunda de Jesús: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Por lo menos, esta afirmación nos pide responsabilidad en nuestra condición de cristianos, al mismo tiempo que sentimos la urgencia de dar buen testimonio de la fe.
Edificar la casa sobre roca es una imagen clara que nos invita a valorar nuestro compromiso de fe, que no puede limitarse solamente a bellas palabras, sino que debe fundamentarse en la autoridad de las obras, impregnadas de caridad. Uno de estos días de junio, la Iglesia recuerda la vida de san Pelayo, mártir de la castidad, en el umbral de la juventud. San Bernardo, al recordar la vida de Pelayo, nos dice en su tratado sobre las costumbres y ministerio de los obispos: «La castidad, por muy bella que sea, no tiene valor, ni mérito, sin la caridad. Pureza sin amor es como lámpara sin aceite; pero dice la sabiduría: ¡Qué hermosa es la sabiduría con amor! Con aquel amor del que nos habla el Apóstol: el que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera».
La palabra clara, con la fuerza de la caridad, manifiesta la autoridad de Jesús, que despertaba asombro en sus conciudadanos: «La gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas» (Mt 7,28-29). Nuestra plegaria y contemplación de hoy, debe ir acompañada por una reflexión seria: ¿cómo hablo y actúo en mi vida de cristiano? ¿Cómo concreto mi testimonio? ¿Cómo concreto el mandamiento del amor en mi vida personal, familiar, laboral, etc.? No son las palabras ni las oraciones sin compromiso las que cuentan, sino el trabajo por vivir según el Proyecto de Dios. Nuestra oración debería expresar siempre nuestro deseo de obrar el bien y una petición de ayuda, puesto que reconocemos nuestra debilidad.
-Señor, que nuestra oración esté siempre acompañada por la fuerza de la caridad.
REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:
Oración de los novios
Buenos días, amigo/a.
Los novios deberían preguntarse con sinceridad si están dispuestos a pasar juntos la vida entera. Este tiempo de noviazgo no consiste en mirarse el uno al otro, sino en aprender a mirar los dos en una misma dirección. Dialoguen con libertad sobre aspectos básicos de la vida matrimonial y consideren si tienen afinidad espiritual y coincidencia en los objetivos.
Señor, estamos enamorados. No sabemos cómo sucedió. Sólo sabemos que es algo lindo que tú quieres para gloria tuya y felicidad nuestra. Queremos que nuestro amor no te ofenda. Ayúdanos, porque nuestras fuerzas son frágiles. Prepáranos para la difícil tarea del amor, que exige sacrificios y entrega generosa. Líbranos, Señor, del egoísmo que esteriliza la vida, de la impureza que profana el cuerpo, del orgullo que nos separa de ti y nos aleja de nuestros semejantes. Señor, sé tú nuestro compañero de ruta en los caminos del amor. Ven Señor, y vive en nuestro amor. Amén.
Pregúntense seriamente si están maduros para afrontar las responsabilidades del futuro matrimonio. Aprendan a mirarse no sólo como esposos sino también como amigos, compañeros, padre y madre de sus hijos. En fin, tengan la necesaria valentía para cortar a tiempo la relación, si ven que la convivencia será difícil. (Decálogo se los novios). P. Natalio.
Santoral del Día - SAN IRINEO - OBISPO MARTIR
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