domingo, 31 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 1/06/2020

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Día litúrgico: Santa María, Madre de la Iglesia (Lunes después de Pentecostés)

Ver santoral 
1 de Junio: San Justino, mártir

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 19,25-27): Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.

«Aquí tienes a tu madre»

Fr. Alexis MANIRAGABA
(Ruhengeri, Ruanda)

Hoy hacemos memoria de María, Madre de la Iglesia. En este sentido, contemplamos la maternidad espiritual de María en conexión con la Iglesia que es —en sí misma— Madre del Pueblo de Dios, pues «nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre» (San Cipriano). María es Madre del Hijo de Dios y a la vez Madre de aquellos que aman a su Hijo y los “bien-amados” de su Hijo, en conformidad con aquel «Mujer, aquí tienes a tu hijo; discípulo: Aquí tienes a tu madre» (Jn 19,26-27), tal como dijo Jesús. Entregando su cuerpo a los hombres y devolviendo su espíritu a su Padre, Jesucristo incluso dio sus amigos a su Madre.

Y el amor más grande es aquel con el que Jesús ama a la Iglesia (cf. Ef 5,25), a la que pertenecen sus amigos. Por lo tanto, los hijos adoptados por Dios no pueden tener a Jesús por hermano si no tienen a María como Madre porque, mientras María ama a su Hijo, ama a la Iglesia de la cual Ella es miembro eminente. Lo que no significa que María sea superior a la Iglesia, sino que Ella es «madre de los miembros de Cristo» (San Agustín).

El Concilio Vaticano II añade que María es «verdaderamente madre de los miembros de Cristo por haber cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza (Jesús)». Además, permaneciendo en medio de los Apóstoles en el Cenáculo (cf. Hch 1,14), María —Madre de la Iglesia— recuerda la presencia, el don y la acción del Espíritu Santo en la Iglesia misionera. Al implorar al Espíritu Santo en el corazón de la Iglesia, María ora con la Iglesia y ora por la Iglesia, porque «asunta ya en la gloria del cielo, acompaña y protege a la Iglesia con su amor maternal» (Prefacio de la misa “María, Madre de la Iglesia”).

María cuida a sus hijos. Podemos, pues, confiarle toda la vida de la Iglesia, como hizo el papa san Pablo VI: «¡Oh, Virgen María, augusta Madre de la Iglesia, te encomendamos toda la Iglesia y el concilio ecuménico!».

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Comenzar de nuevo

Buenos días, amigo/a

La constancia es fundamental porque da un toque de perfección a todos los talentos del hombre. Sin ella, nada vale ser un genio en el arte, en la ciencia, en la literatura o en los negocios. No se llega a ninguna meta. Queda uno vencido por el camino.

En 1914 un incendio dejó en ruinas las grandes industrias de Tomás Edison. En una noche perdió una fortuna en valiosos equipos. Las llamas consumieron documentos de toda su vida. Tenía entonces 67 años. Su hijo Carlos corría angustiado buscando al padre. Al fin lo encontró en medio del desastre, el rostro iluminado por el resplandor rojizo de las llamas, con su cabellera blanca flotando al viento invernal. “Me partía el corazón verlo —contaba después Carlos—. Ya no era joven, y todo aquello era reducido a cenizas. Al verme me gritó: ¿Dónde está tu madre? Corre a buscarla. Jamás volverá a ver un espectáculo semejante. Y añadió: “Los desastres tienen un gran valor: se queman todos nuestros errores. Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo”.

No olvides que una voluntad firme y valiente “puede transformar tus lágrimas en sudor, tu desgano en sacrificio, tu duda en convicción”. Que también tú, como esos soldados que hallan un gozo especial en los más duros combates, sepas entrenar y desarrollar una voluntad recia para salir, de la mano de Dios, victorioso de las adversidades. P. Natalio.

Santoral del Día:  SAN JUSTINO


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sábado, 30 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 31/05/2020

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Día litúrgico: Pentecostés (Misa del día)

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 20,19-23): Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

«Recibid el Espíritu Santo»

Mons. Josep Àngel SAIZ i Meneses Obispo de Terrassa
(Barcelona, España)

Hoy, en el día de Pentecostés se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles. En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.

El Espíritu que Jesús comunica, crea en el discípulo una nueva condición humana, y produce unidad. Cuando el orgullo del hombre le lleva a desafiar a Dios construyendo la torre de Babel, Dios confunde sus lenguas y no pueden entenderse. En Pentecostés sucede lo contrario: por gracia del Espíritu Santo, los Apóstoles son entendidos por gentes de las más diversas procedencias y lenguas.

El Espíritu Santo es el Maestro interior que guía al discípulo hacia la verdad, que le mueve a obrar el bien, que lo consuela en el dolor, que lo transforma interiormente, dándole una fuerza, una capacidad nuevas.

El primer día de Pentecostés de la era cristiana, los Apóstoles estaban reunidos en compañía de María, y estaban en oración. El recogimiento, la actitud orante es imprescindible para recibir el Espíritu. «De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno» (Hch 2,2-3).

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a predicar valientemente. Aquellos hombres atemorizados habían sido transformados en valientes predicadores que no temían la cárcel, ni la tortura, ni el martirio. No es extraño; la fuerza del Espíritu estaba en ellos.

El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el alma de mi alma, la vida de mi vida, el ser de mi ser; es mi santificador, el huésped de mi interior más profundo. Para llegar a la madurez en la vida de fe es preciso que la relación con Él sea cada vez más consciente, más personal. En esta celebración de Pentecostés abramos las puertas de nuestro interior de par en par.

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Dejo en tus manos…

Buenos días, amigo/a.

Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan incomprensibles. Una oración del P. V. Fernández.

Te entrego, Señor, todo lo que tengo y todo lo que estoy viviendo. Te doy gracias por lo que me estás regalando y lo disfruto con gozo. Pero desde ya lo dejo en tus manos para que acabe cuando tenga que acabar. Te proclamo a ti, Jesús, como único Señor, dueño de todas mis cosas, de todo lo que vivo, rey de todo lo que soy y de todo mi futuro. Te declaro Señor de todos mis afectos, de mis deseos, de mis relaciones. Sé que me darás la felicidad que necesito porque confío en tu amor, pero me la darás a tu modo, como sea mejor para mí. En ti deposito toda la confianza de mi corazón. Amén.

En los salmos se declara dichoso al hombre que busca refugio en Dios cuando llegan las tribulaciones y calamidades de la vida: “Dichoso el hombre que ha puesto en Dios toda su confianza, porque no quedará defraudado”. Los hombres fallan y desilusionan, Dios no. Que él te conceda abandonarte en sus brazos junto con tus cosas y seres queridos. P. Natalio Bértolo.

Santoral del Día:  LA VISITACION DE LA VIRGEN MARIA


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Evangelio del Día - 31/05/2020



https://youtu.be/N4AVTtpWASA

Día litúrgico: Pentecostés (Misa del día)

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 20,19-23): Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

«Recibid el Espíritu Santo»

Mons. Josep Àngel SAIZ i Meneses Obispo de Terrassa
(Barcelona, España)

Hoy, en el día de Pentecostés se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles. En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.

El Espíritu que Jesús comunica, crea en el discípulo una nueva condición humana, y produce unidad. Cuando el orgullo del hombre le lleva a desafiar a Dios construyendo la torre de Babel, Dios confunde sus lenguas y no pueden entenderse. En Pentecostés sucede lo contrario: por gracia del Espíritu Santo, los Apóstoles son entendidos por gentes de las más diversas procedencias y lenguas.

El Espíritu Santo es el Maestro interior que guía al discípulo hacia la verdad, que le mueve a obrar el bien, que lo consuela en el dolor, que lo transforma interiormente, dándole una fuerza, una capacidad nuevas.

El primer día de Pentecostés de la era cristiana, los Apóstoles estaban reunidos en compañía de María, y estaban en oración. El recogimiento, la actitud orante es imprescindible para recibir el Espíritu. «De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno» (Hch 2,2-3).

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a predicar valientemente. Aquellos hombres atemorizados habían sido transformados en valientes predicadores que no temían la cárcel, ni la tortura, ni el martirio. No es extraño; la fuerza del Espíritu estaba en ellos.

El Espíritu Santo, Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el alma de mi alma, la vida de mi vida, el ser de mi ser; es mi santificador, el huésped de mi interior más profundo. Para llegar a la madurez en la vida de fe es preciso que la relación con Él sea cada vez más consciente, más personal. En esta celebración de Pentecostés abramos las puertas de nuestro interior de par en par.

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Dejo en tus manos…





Buenos días, amigo/a.



Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan incomprensibles. Una oración del P. V. Fernández.



Te entrego, Señor, todo lo que tengo y todo lo que estoy viviendo. Te doy gracias por lo que me estás regalando y lo disfruto con gozo. Pero desde ya lo dejo en tus manos para que acabe cuando tenga que acabar. Te proclamo a ti, Jesús, como único Señor, dueño de todas mis cosas, de todo lo que vivo, rey de todo lo que soy y de todo mi futuro. Te declaro Señor de todos mis afectos, de mis deseos, de mis relaciones. Sé que me darás la felicidad que necesito porque confío en tu amor, pero me la darás a tu modo, como sea mejor para mí. En ti deposito toda la confianza de mi corazón. Amén.



En los salmos se declara dichoso al hombre que busca refugio en Dios cuando llegan las tribulaciones y calamidades de la vida: “Dichoso el hombre que ha puesto en Dios toda su confianza, porque no quedará defraudado”. Los hombres fallan y desilusionan, Dios no. Que él te conceda abandonarte en sus brazos junto con tus cosas y seres queridos. P. Natalio Bértolo.

Santoral del Día:  LA VISITACION DE LA VIRGEN MARIA


https://www.aciprensa.com/recursos/la-visitacion-de-la-virgen-maria-1118


Evangelio del Día - 30/05/2020



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Día litúrgico: Sábado VII de Pascua

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 21,20-25): En aquel tiempo, volviéndose Pedro vio que le seguía aquel discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?». Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme». Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga».

Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran.

«Las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero»

Rev. D. Fidel CATALÁN i Catalán
(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy leemos el final del Evangelio de san Juan. Se trata propiamente del final del apéndice que la comunidad joánica añadió al texto original. En este caso es un fragmento voluntariamente significativo. El Señor Resucitado se aparece a sus discípulos y los renueva en su seguimiento, particularmente a Pedro. Acto seguido se sitúa el texto que hoy proclamamos en la liturgia.

La figura del discípulo amado es central en este fragmento y aun en todo el Evangelio de san Juan. Puede referirse a una persona concreta —el discípulo Juan— o bien puede ser la figura tras la cual puede situarse todo discípulo amado por el Maestro. Sea cual sea su significación, el texto ayuda a dar un elemento de continuidad a la experiencia de los Apóstoles. El Señor Resucitado asegura su presencia en aquellos que quieran ser seguidores.

«Si quiero que se quede hasta que yo venga» (Jn 21,22) puede indicar más esta continuidad que un elemento cronológico en el espacio y el tiempo. El discípulo amado se convierte en testigo de todo ello en la medida en que es consciente de que el Señor permanece con él en toda ocasión. Ésta es la razón por la que puede escribir y su palabra es verdadera, porque glosa con su pluma la experiencia continuada de aquellos que viven su misión en medio del mundo, experimentando la presencia de Jesucristo. Cada uno de nosotros puede ser el discípulo amado en la medida en que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo, que nos ayuda a descubrir esta presencia.

Este texto nos prepara ya para celebrar mañana domingo la Solemnidad de Pentecostés, el Don del Espíritu: «Y el Paráclito vino del cielo: el custodio y santificador de la Iglesia, el administrador de las almas, el piloto de quienes naufragan, el faro de los errantes, el árbitro de quienes luchan y quien corona a los vencedores» (San Cirilo de Jerusalén).

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Lección de la ambulancia

Buenos días, amigo/a.

Hoy te ofrezco una reflexión que te ayudará a madurar un sano sentido del verdadero valor de los bienes de la vida. A veces nos falta el sentido de la proporción, pues distorsionamos la importancia de las cosas y perdemos la paz del corazón por pequeñeces que ambicionamos desmedidamente.

Tal vez hoy te encontraste con una ambulancia y quizás eso te obligó a pensar en el dolor, en ese pobre enfermo que iba camino del hospital. Esa ambulancia ha sido para ti un despertador de esa modorra espiritual que elimina enseguida de la reflexión el mundo del dolor. Por eso, Dios permitió que la ambulancia se cruzara en tu camino. Esta mañana te levantaste sano, y esta noche tal vez también te acuestes sano, pero no piensas en la riqueza inmensa que es la salud, y te quejas a veces porque te falta algo de escasa importancia. ¿No es más justo, hermano, agradecer porque gozas de excelente salud y no quejarte por cosas que en verdad son pequeñeces? Aprende la sabiduría de ver en Dios al dador de los bienes fundamentales, y no tanto al negador de ciertas comodidades…

Una vez leí esta frase: “Me quejé de no tener zapatos, hasta que contemplé un hombre que no tenía pies”. En verdad una experiencia así nos abre al sentido de la proporción, pues moderamos nuestras quejas en medio de una intensa gratitud por los bienes básicos que disfrutamos. Que pases un día de acción de gracias. P. Natalio.

Santoral del Día:  SANTA JUANA DE ARCO


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viernes, 29 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 29/05/2020

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Día litúrgico: Viernes VII de Pascua

Ver santoral
29 de Mayo: San Pablo VI, papa
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 21,15-19): Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?». Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas».

Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».

«‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas’»

+ Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart
(Tarragona, España)

Hoy hemos de agradecer a san Juan que nos deje constancia de la íntima conversación entre Jesús y Pedro: «‘Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero’. Le dice Jesús: ‘Apacienta mis corderos’» (Jn 21,15). —Desde los más pequeños, recién nacidos a la Vida de la Gracia... has de tener cuidado, como si fueras Yo mismo... Cuando por segunda vez... «le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas’», Él le está diciendo a Simón Pedro: —A todos los que me sigan, tú los has de presidir en mi Amor, debes procurar que tengan la caridad ordenada. Así, todos conocerán por ti que me siguen a Mí; que mi voluntad es que pases por delante siempre, administrando los méritos que —para cada uno— Yo he ganado.

«Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ‘¿Me quieres?’ y le dijo: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero’» (Jn 21,17). Le hace rectificar su triple negación y, solamente recordarla, le entristece. —Te amo totalmente, aunque te he negado..., ya sabes cómo he llorado mi traición, ya sabes cómo he encontrado consuelo solamente estando con tu Madre y con los hermanos.

Encontramos consuelo al recordar que el Señor estableció el poder de borrar el pecado que separa, mucho o poco, de su Amor y del amor a los hermanos. —Encuentro consuelo al admitir la verdad de mi alejamiento respecto de Ti y al sentir de tus labios sacerdotales el «Yo te absuelvo» “a modo de juicio”.

Encontramos consuelo en este poder de las llaves que Jesucristo otorga a todos sus sacerdotes-ministros, para volver a abrir las puertas de su amistad. —Señor, veo que un desamor se arregla con un acto de amor inmenso. Todo ello, nos conduce a valorar la joya inmensa del sacramento del perdón para confesar nuestros pecados, que realmente son “des-amor”.

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Acepta tus límites

Buenos días, amigo/a.

Por un sabio plan divino las personas somos distintas, con diversas capacidades, y diferentes inclinaciones y gustos. Es una realidad y tienes que aceptarla buenamente, sin dejarte alcanzar ni por la envidia del bien ajeno, ni por el orgullo de lo que te ha tocado. Acepta con madurez tus capacidades y carencias.

Peter Ustinov, famoso actor y dramaturgo, fue invitado a la Distribución de Premios de un colegio inglés. Al final del acto se refirió con modestia a su preparación académica, diciendo entre otras cosas: “Yo no poseo ningún título ni preparación y creo que el mundo tiene una gran necesidad de la gente no cualificada. Me siento inclinado hacia los dos que no han aprobado los exámenes, corno me siento atraído hacia cualquier “minoría”. Si yo hubiera sido alumno de este colegio, casi seguro que hubieran sido tres los suspendidos. Todos aquellos que no han alcanzado las cumbres de la sociedad, siguen siendo muy valiosos en este mundo”.

Hay un defecto corriente: la falta de comprensión y respeto por los que son distintos de nosotros. Esto se llama discriminación. Respetar y comprender son actitudes que están en la base de la convivencia humana. Jesús nos advirtió: “No hagas a otro lo que no te gusta que te hagan a ti”. Reflexiona, pues, con amor y comprenderás mejor a los diferentes. P. Natalio.

Santoral del Día:  SAN PAULO VI


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jueves, 28 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 28/05/2020

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Día litúrgico: Jueves VII de Pascua

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 17,20-26): En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre santo, no ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

»Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos».

«Padre santo, no ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que (...) creerán en mí»

P. Joaquim PETIT Llimona, L.C.
(Barcelona, España)

Hoy, encontramos en el Evangelio un sólido fundamento para la confianza: «Padre santo, no ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que (...) creerán en mí» (Jn 17,20). Es el Corazón de Jesús que, en la intimidad con los suyos, les abre los tesoros inagotables de su Amor. Quiere afianzar sus corazones apesadumbrados por el aire de despedida que tienen las palabras y gestos del Maestro durante la Última Cena. Es la oración indefectible de Jesús que sube al Padre pidiendo por ellos. ¡Cuánta seguridad y fortaleza encontrarán después en esta oración a lo largo de su misión apostólica! En medio de todas las dificultades y peligros que tuvieron que afrontar, esa oración les acompañará y será la fuente en la que encontrarán la fuerza y arrojo para dar testimonio de su fe con la entrega de la propia vida.

La contemplación de esta realidad, de esa oración de Jesús por los suyos, tiene que llegar también a nuestras vidas: «No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que (...) creerán en mí». Esas palabras atraviesan los siglos y llegan, con la misma intensidad con que fueron pronunciadas, hasta el corazón de todos y cada uno de los creyentes.

En el recuerdo de la última visita de San Juan Pablo II a España, encontramos en las palabras del Papa el eco de esa oración de Jesús por los suyos: «Con mis brazos abiertos os llevo a todos en mi corazón —dijo el Pontífice ante más de un millón de personas—. El recuerdo de estos días se hará oración pidiendo para vosotros la paz en fraterna convivencia, alentados por la esperanza cristiana que no defrauda». Y ya no tan cercano, otro Papa hacía una exhortación que nos llega al corazón después de muchos siglos: «No hay ningún enfermo a quien le sea negada la victoria de la cruz, ni hay nadie a quien no le ayude la oración de Cristo. Ya que si ésta fue de provecho para los que se ensañaron con Él, ¿cuánto más lo será para los que se convierten a Él?» (San León Magno).

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Oración al Espíritu Santo

Buenos días, amigo/a.

“Les voy a revelar un secreto de felicidad y santidad. Si cada día, durante cinco minutos, saben callar su imaginación, cerrar los ojos a las cosas sensibles y los oídos a las cosas de la tierra para entrar dentro de ustedes mismos, y allí, en el santuario de su alma bautizada, que es Templo del Espíritu Santo, hablan a ese divino Espíritu diciéndole:

¡Oh, ¡Espíritu Santo, alma de mi alma! Yo te adoro, ilumíname, guíame, fortaléceme, consuélame, dime qué debo hacer, dame tus órdenes. Te prometo someterme a todo lo que quieras de mí y aceptar todo lo que permitas que me suceda; solamente te pido conocer tu voluntad.

Si hacen esto, la vida de ustedes se deslizará feliz, serena y llena de consuelo, aún en medio de las penas, porque la gracia será proporcionada a la prueba dándoles fuerza para soportarla, y llegarán a las puertas del paraíso cargados de méritos. Esta sumisión al Espíritu es el secreto de la santidad". (Cardenal Mercier). Amigo/a, recibe este mensaje como un regalo especial en este domingo de Pentecostés. P. Natalio.

Santoral del Día:  SAN GERMAN DE PARIS


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miércoles, 27 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 27/05/2020

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Día litúrgico: Miércoles VII de Pascua

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 17,11b-19): En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.

»Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad».

«Que tengan en sí mismos mi alegría colmada»

Fr. Thomas LANE
(Emmitsburg, Maryland, Estados Unidos)

Hoy vivimos en un mundo que no sabe cómo ser verdaderamente feliz con la felicidad de Jesús, un mundo que busca la felicidad de Jesús en todos los lugares equivocados y de la forma más equivocada posible. Buscar la felicidad sin Jesús sólo puede conducir a una infelicidad aún más profunda. Fijémonos en las telenovelas, en las que siempre se trata de alguien con problemas. Estas series de la TV nos muestran las miserias de una vida sin Dios.

Pero nosotros queremos vivir el día de hoy con la alegría de Jesús. Él ruega a su Padre en el Evangelio de hoy «y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada» (Jn 17,13). Notemos que Jesús quiere que en nosotros su alegría sea completa. Desea que nos colmemos de su alegría. Lo que no significa que no tengamos nuestra cruz, ya que «el mundo los ha odiado, porque no son del mundo» (Jn 17,14), pero Jesús espera de nosotros que vivamos con su alegría sin importar lo que el mundo pueda pensar de nosotros. La alegría de Jesús nos debe impregnar hasta lo más íntimo de nuestro ser, evitando que el estruendo superficial de un mundo sin Dios pueda penetrarnos.

Vivamos pues, hoy, con la alegría de Jesús. ¿Cómo podemos conseguir más y más de esta alegría del Señor Jesús? Obviamente, del propio Jesús. Jesucristo es el único que puede darnos la verdadera felicidad que falta en el mundo, como lo testimonian esas citadas series televisivas. Jesús dijo, «si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis» (Jn 15,7). Dediquemos cada día, por tanto, un poco de nuestro tiempo a la oración con las palabras de Dios en las Escrituras; alimentémonos y consumamos las palabras de Jesús en la Sagrada Escritura; dejemos que sean nuestro alimento, para saciarnos con su alegría: «Al inicio del ser cristiano no hay una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida» (Benedicto XVI).

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Las dos cartas

Buenos días, amigo/a.

La humildad consiste en el reconocimiento de que Dios es el autor de todo bien. De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere sobresalir no busca tanto alcanzar una meta, sino crear distancia respecto de los otros.

El Cura de Ars dijo en cierta ocasión: “He recibido dos cartas en el mismo correo; una decía que yo era un gran santo, y la otra, que era un hipócrita y un impostor. La primera no me hacía mejor de lo que soy y la segunda no me hacía peor de lo que soy. Delante de Dios, todos somos lo que somos, nada más ni nada menos”.

Ubicarse ante Dios significa ser conscientes de nuestra pequeñez y dependencia, porque “El Señor es un Dios grande, tiene en su mano los abismos de la tierra, son suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos”, (Sal 95). Ante él “somos polvo y ceniza”, como le dijo Abrahán. P. Natalio.

Santoral del Día:  SAN AGUSTIN DE CANTERBURY


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martes, 26 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 26/05/2020

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Día litúrgico: Martes VII de Pascua

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26 de Mayo: San Felipe Neri, presbítero
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 17,1-11a): En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

»Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.

»Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti».

«Padre, ha llegado la hora»

Rev. D. Pere OLIVA i March
(Sant Feliu de Torelló, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio de san Juan —que hace días estamos leyendo— comienza hablándonos de la “hora”: «Padre, ha llegado la hora» (Jn 17,1). El momento culminante, la glorificación de todas las cosas, la donación máxima de Cristo que se entrega por todos... “La hora” es todavía una realidad escondida a los hombres; se revelará a medida que la trama de la vida de Jesús nos abra la perspectiva de la cruz.

¿Ha llegado la hora? ¿La hora de qué? Pues ha llegado la hora en que los hombres conozcamos el nombre de Dios, o sea, su acción, la manera de dirigirse a la Humanidad, la manera de hablarnos en el Hijo, en Cristo que ama.

Los hombres y las mujeres de hoy, conociendo a Dios por Jesús («las palabras que tú me diste se las he dado a ellos»: Jn 17,8), llegamos a ser testigos de la vida, de la vida divina que se desarrolla en nosotros por el sacramento bautismal. En Él vivimos, nos movemos y somos; en Él encontramos palabras que alimentan y que nos hacen crecer; en Él descubrimos qué quiere Dios de nosotros: la plenitud, la realización humana, una existencia que no vive de vanagloria personal sino de una actitud existencial que se apoya en Dios mismo y en su gloria. Como nos recuerda san Ireneo, «la gloria de Dios es que el hombre viva». ¡Alabemos a Dios y su gloria para que la persona humana llegue a su plenitud!

Estamos marcados por el Evangelio de Jesucristo; trabajamos para la gloria de Dios, tarea que se traduce en un mayor servicio a la vida de los hombres y mujeres de hoy. Esto quiere decir: trabajar por la verdadera comunicación humana, la felicidad verdadera de la persona, fomentar el gozo de los tristes, ejercer la compasión con los débiles... En definitiva: abiertos a la Vida (en mayúscula).

Por el espíritu, Dios trabaja en el interior de cada ser humano y habita en lo más profundo de la persona y no deja de estimular a todos a vivir de los valores del Evangelio. La Buena Nueva es expresión de la felicidad liberadora que Él quiere darnos.

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Buena convivencia
Buenos días, amigo/a.

La buena convivencia comienza por el respeto. Respetas a una persona cuando la tienes por lo que es: un ser humano con toda su dignidad. Una forma distinguida de respeto es el trato cortés. Las reglas básicas de la cortesía son simples: alabar lo bueno de los otros, suprimir reproches, dar importancia y prestar atención a los demás.

Robert Schuman, ex-ministro francés de Asuntos Exteriores, preguntado por su vecina de mesa, durante un banquete de boda, por qué nunca manifestó ningún deseo de casarse, repuso: Tengo mis motivos. Cuando era aún muy ¡oven, cierto día viajé en el metro. La aglomeración era enorme, y, sin querer, pisé a una señora que se hallaba a mi lado. Sin volver la cabeza, la dama exclamó: Imbécil, ¿no puedes tener más cuidado? Luego me miró, sonrió amablemente y me dijo: “Ah, perdoné usted, creí que era mi marido”.

Las buenas relaciones humanas en el hogar y fuera del hogar necesitan un clima de aceptación mutua, de comprensión y en especial de paciencia. Ésta es una faceta del amor. San Pablo en el magnífico himno al amor dice que “el amor es paciente”. La paciencia es difícil. Pero es más fácil si la pides cada día al Señor. P. Natalio.

Santoral del Día:  SAN FELIPE NERI


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lunes, 25 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 25/05/2020

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Día litúrgico: Lunes VII de Pascua

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 16,29-33): En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».

«¡Ánimo!: yo he vencido al mundo»

Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala
(Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)

Hoy podemos tener la sensación de que el mundo de la fe en Cristo se debilita. Hay muchas noticias que van en contra de la fortaleza que querríamos recibir de la vida fundamentada íntegramente en el Evangelio. Los valores del consumismo, del capitalismo, de la sensualidad y del materialismo están en boga y en contra de todo lo que suponga ponerse en sintonía con las exigencias evangélicas. No obstante, este conjunto de valores y de maneras de entender la vida no dan ni la plenitud personal ni la paz, sino que sólo traen más malestar e inquietud interior. ¿No será por esto que, hoy, las personas van por la calle enfurruñadas, cerradas y preocupadas por un futuro que no ven nada claro, precisamente porque se lo han hipotecado al precio de un coche, de un piso o de unas vacaciones que, de hecho, no se pueden permitir?

Las palabras de Jesús nos invitan a la confianza: «¡Ánimo!: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), es decir, por su Pasión, Muerte y Resurrección ha alcanzado la vida eterna, aquella que no tiene obstáculos, aquella que no tiene límite porque ha vencido todos los límites y ha superado todas las dificultades.

Los de Cristo vencemos las dificultades tal y como Él las ha vencido, a pesar de que en nuestra vida también hayamos de pasar por sucesivas muertes y resurrecciones, nunca deseadas pero sí asumidas por el mismo Misterio Pascual de Cristo. ¿Acaso no son “muertes” la pérdida de un amigo, la separación de la persona amada, el fracaso de un proyecto o las limitaciones que experimentamos a causa de nuestra fragilidad humana?

Pero «sobre todas estas cosas triunfamos por Aquel que nos amó» (Rom 8,37). Seamos testigos del amor de Dios, porque Él en nosotros «ha hecho (...) cosas grandes» (Lc 1,49) y nos ha dado su ayuda para superar toda dificultad, incluso la muerte, porque Cristo nos comunica su Espíritu Santo.

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Buen trato en el hogar

Buenos días, amigo/a.

No es raro que en las familias suceda que el trato cortés y delicado se reserve más bien para los extraños. Estábamos quizá discutiendo y vociferando en casa, cuando sonó el timbre, abrimos a la visita que se anunciaba y de inmediato el clima de la convivencia se modificó. Empezó un intercambio de amable cortesía con quienes llegaban de fuera.

En la Italia de la posguerra en cierta ocasión un grupo de periodistas entrevistó al Conde Sfoza, ministro de relaciones exteriores. Los reporteros comenzaron a preguntarle sobre la situación política internacional. —Es francamente optimista y esperanzadora, contestó el ministro con una sonrisa. Las relaciones italoamericanas son excelentes; las italobritánicas, así mismo son satisfactorias; las italofrancesas, van mejorando día a día. Las únicas que dejan que desear son las italoitalianas. Todos rieron. Y el ministro añadió: —A veces es más difícil arreglar las rivalidades internas que la gran política externa.

Vale la pena tenerlo en cuenta y disponerse a vivir en la propia familia lo que san Pablo recomendaba a los de Colosas: “Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección”. Y no olvides que la cortesía y la delicadeza en el trato cotidiano es la mejor expresión del amor. P. Natalio.

Santoral del Día:  SANTA MAGDALENA SOFIA BARAT


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domingo, 24 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 24/05/2020

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Día litúrgico: Ascensión del Señor (A)

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Mt 28,16-20): En aquel tiempo, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

«Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra»

+Dr. Josef ARQUER
(Berlin, Alemania)

Hoy, contemplamos unas manos que bendicen —el último gesto terreno del Señor (cf. Lc 24,51). O unas huellas marcadas sobre un montículo —la última señal visible del paso de Dios por nuestra tierra. En ocasiones, se representa ese montículo como una roca, y la huella de sus pisadas queda grabada no sobre tierra, sino en la roca. Como aludiendo a aquella piedra que Él anunció y que pronto será sellada por el viento y el fuego de Pentecostés. La iconografía emplea desde la antigüedad esos símbolos tan sugerentes. Y también la nube misteriosa —sombra y luz al mismo tiempo— que acompaña a tantas teofanías ya en el Antiguo Testamento. El rostro del Señor nos deslumbraría.

San León Magno nos ayuda a profundizar en el suceso: «Lo que era visible en nuestro Salvador ha pasado ahora a sus misterios». ¿A qué misterios? A los que ha confiado a su Iglesia. El gesto de bendición se despliega en la liturgia, las huellas sobre tierra marcan el camino de los sacramentos. Y es un camino que conduce a la plenitud del definitivo encuentro con Dios.

Los Apóstoles habrán tenido tiempo para habituarse al otro modo de ser de su Maestro a lo largo de aquellos cuarenta días, en los que el Señor —nos dicen los exegetas— no “se aparece”, sino que —en fiel traducción literal— “se deja ver”. Ahora, en ese postrer encuentro, se renueva el asombro. Porque ahora descubren que, en adelante, no sólo anunciarán la Palabra, sino que infundirán vida y salud, con el gesto visible y la palabra audible: en el bautismo y en los demás sacramentos.

«Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18). Todo poder.... Ir a todas las gentes... Y enseñar a guardar todo... Y El estará con ellos —con su Iglesia, con nosotros— todos los tiempos (cf. Mt 28,19-20). Ese “todo” retumba a través de espacio y tiempo, afirmándonos en la esperanza.

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Despertaré al gigante dormido

Buenos días, amigo/a.

Tu vida es el resultado de tus pensamientos habituales. Sí, si tienes pensamientos felices, serás feliz. Si tienes pensamientos desdichados, serás desdichado. Si tienes pensamientos temerosos, tendrás miedo. Si piensas en el fracaso, seguramente fracasarás. Según pienses en tu corazón, así serás. Aquí te presento algunas frases estimulantes para alimentar tus pensamientos.

- Creo realmente en mí mismo: en mis habilidades, en mis talentos, en los grandes dones que el Señor me ha dado. ¡Soy su milagro más grande!

- Hoy despertaré al gigante dormido que hay dentro de mí. Floreceré donde Dios me ha plantado, aunque sea en la roca.

- Porque confío en Jesús, tengo nueva vida y se renuevan mis fuerzas. Tengo alas como las águilas... Camino y no me fatigo. Corro y no me agoto (Isaías, 40,31).

- La alegría del Señor es mi fuerza: cultivaré la alegría, la cordialidad, el buen humor.


Estas frases te las ofrezco para que las repitas y vayas modelando tu pensamiento habitual, especialmente cuando te asalten emociones negativas que amenazan tu alegría, tu paz, tu confianza en ti mismo. Vigílate hoy para eliminar desde el comienzo todo sentimiento negativo. Que pases un día de serena alegría y buena autoestima. P. Natalio

Santoral del Día:  FIESTA DE MARIA AUXILIADORA


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sábado, 23 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 23/05/2020

SIN AUDIO

Día litúrgico: Sábado VI de Pascua

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 16, 23-28): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre».

«Salí del Padre (...) y voy al Padre»

Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano
(Cervera, Lleida, España)

Hoy, en vigilias de la fiesta de la Ascensión del Señor, el Evangelio nos deja unas palabras de despedida entrañables. Jesús nos hace participar de su misterio más preciado; Dios Padre es su origen y es, a la vez, su destino: «Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre» (Jn 16,28).

No debiera dejar de resonar en nosotros esta gran verdad de la segunda Persona de la Santísima Trinidad: realmente, Jesús es el Hijo de Dios; el Padre divino es su origen y, al mismo tiempo, su destino.

Para aquellos que creen saberlo todo de Dios, pero dudan de la filiación divina de Jesús, el Evangelio de hoy tiene una cosa importante a recordar: “Aquel” a quien los judíos denominan Dios es el que nos ha enviado a Jesús; es, por tanto, el Padre de los creyentes. Con esto se nos dice claramente que sólo puede conocerse a Dios de verdad si se acepta que este Dios es el Padre de Jesús.

Y esta filiación divina de Jesús nos recuerda otro aspecto fundamental para nuestra vida: los bautizados somos hijos de Dios en Cristo por el Espíritu Santo. Esto esconde un misterio bellísimo para nosotros: esta paternidad divina adoptiva de Dios hacia cada hombre se distingue de la adopción humana en que tiene un fundamento real en cada uno de nosotros, ya que supone un nuevo nacimiento. Por tanto, quien ha quedado introducido en la gran Familia divina ya no es un extraño.

Por esto, en el día de la Ascensión se nos recordará en la Oración Colecta de la Misa que todos los hijos hemos seguido los pasos del Hijo: «Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la Ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo». En fin, ningún cristiano debiera “descolgarse”, pues todo esto es más importante que participar en cualquier carrera o maratón, ya que la meta es el cielo, ¡Dios mismo!

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Gime el desierto…

Buenos días, amigo/a.

¿Ha perdido “actualidad” la palabra pecado? Pareciera que sí. Sin embargo, es una radical experiencia humana. Basta mirar con sinceridad dentro de nosotros para descubrir una cuota de egoísmo y de fragilidad que nos induce a hacer el mal que deberíamos evitar y a no hacer el bien que estamos llamados a practicar.

Refieren los viajeros que, cuando el viento a la caída de la tarde roza la arena del desierto, se oye a lo lejos algo así como un suspiro prolongado: “Escucha” –dice entonces la voz del beduino–  “el desierto se lamenta, porque quisiera ser pradera “. En cuántos hombres, caídos por el pecado, existe la añoranza de lo que podrían ser y no son...

Nunca el hombre es tan grande como cuando cae de rodillas y pide ser purificado, cuando, desde lo profundo del alma grita: “¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad; ¡por tu gran compasión, borra mis faltas!”, (Sal 51, 3) ¡Cuánta paz trae una confesión hecha con humilde arrepentimiento! P. Natalio.

Santoral del Día: SAN JUAN BAUTISTA ROSSI


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viernes, 22 de mayo de 2020

Evangelio del Día - 22/05/2020

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Día litúrgico: Viernes VI de Pascua

Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Jn 16,20-23a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. Aquel día no me preguntaréis nada».

«Vuestra tristeza se convertirá en gozo»

+ Rev. D. Joaquim FONT i Gassol
(Igualada, Barcelona, España)

Hoy comenzamos el Decenario del Espíritu Santo. Reviviendo el Cenáculo, vemos a la Madre de Jesús, Madre del Buen Consejo, conversando con los Apóstoles. ¡Qué conversación tan cordial y llena! El repaso de todas las alegrías que habían tenido al lado del Maestro. Los días pascuales, la Ascensión y las promesas de Jesús. Los sufrimientos de los días de la Pasión se han tornado alegrías. ¡Qué ambiente tan bonito en el Cenáculo! Y el que se está preparando, como Jesús les ha dicho.

Nosotros sabemos que María, Reina de los Apóstoles, Esposa del Espíritu Santo, Madre de la Iglesia naciente, nos guía para recibir los dones y los frutos del Espíritu Santo. Los dones son como la vela de una embarcación cuando está desplegada y el viento —que representa la gracia— le va a favor: ¡qué rapidez y facilidad en el camino!

El Señor nos promete también en nuestra ruta convertir las fatigas en alegría: «Vuestra alegría nadie os la podrá quitar» (Jn 16,23) y «vuestra alegría será completa» (Jn 16,24). Y en el Salmo 126,6: «Al ir, va llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando trayendo sus gavillas».

Durante toda esta semana, la Liturgia nos habla de rejuvenecer, de exultar (saltar de alegría), de la felicidad segura y eterna. Todo nos lleva a vivir de oración. Como nos dice san Josemaría: «Quiero que estés siempre contento, porque la alegría es parte integrante de tu camino. —Pide esa misma alegría sobrenatural para todos».

El ser humano necesita reír para la salud física y espiritual. El humor sano enseña a vivir. San Pablo nos dirá: «Sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios» (Rom 8,28). ¡He aquí una buena jaculatoria!: «¡Todo es para bien!»; «Omnia in bonum!».

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

No olvides los días hermosos

Buenos días, amigo/a.

Si sabes descubrir el lado positivo de las cosas, en las dificultades, te superarás con más facilidad; en las dudas, sabrás discernir con mayor seguridad; en los problemas, la solución te resultará más fácil; en los momentos de soledad, el pesimismo no te doblegará; en la enfermedad, sabrás luchar con fe.

Si estás cansado o insatisfecho, si te sientes muy desgraciado, acuérdate por un momento de los días hermosos: cuando te reías y soñabas, cuando estabas alegre como niño sin problemas. ¡No olvides los días hermosos! Si el horizonte aparece oscuro y sin luz; si tu corazón está lleno de tristeza y amargura, si tal vez toda esperanza ha desaparecido, busca con cuidado entre tus recuerdos los días hermosos. Cuando todo marchaba bien, cuando te sentías confiado; cuando podías entusiasmarte, ¡no olvides los días hermosos! Si los olvidas, no volverán jamás a sonreír. Vuelve a ser dueño de ti mismo. Llena tu espíritu de sueños alegres, tu corazón de compresión, paciencia y amor; tu boca de una sonrisa, y todo volverá a ir bien.

Winston Churchill dijo que “el optimista descubre una oportunidad en toda calamidad, mientras el pesimista señala una calamidad en toda oportunidad.” Que el Señor te ayude a especializarte en descubrir oportunidades en todas las situaciones de tu vida. Esto marcará la diferencia entre el fracaso y el éxito. Que pases un día muy positivo. P. Natalio.

Santoral del Día:  SANTA RITA DE CASIA


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