lunes, 31 de agosto de 2020

Evangelio del Día Martes 1 de setiembre de 2020

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Día litúrgico: Martes XXII del tiempo ordinario


Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 4,31-37): En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.


«Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad»


Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol

(Barcelona, España)


Hoy vemos cómo la actividad de enseñar fue para Jesús la misión central de su vida pública. Pero la predicación de Jesús era muy distinta a la de los otros maestros y esto hacía que la gente se extrañara y se admirara. Ciertamente, aunque el Señor no había estudiado (cf. Jn 7,15), desconcertaba con sus enseñanzas, porque «hablaba con autoridad» (Lc 4,32). Su estilo de hablar tenía la autoridad de quien se sabe el “Santo de Dios”.


Precisamente, aquella autoridad de su hablar era lo que daba fuerza a su lenguaje. Utilizaba imágenes vivas y concretas, sin silogismos ni definiciones; palabras e imágenes que extraía de la misma naturaleza cuando no de la Sagrada Escritura. No hay duda de que Jesús era buen observador, hombre cercano a las situaciones humanas: al mismo tiempo que le vemos enseñando, también lo contemplamos cerca de las gentes haciéndoles el bien (con curaciones de enfermedades, con expulsiones de demonios, etc.). Leía en el libro de la vida de cada día experiencias que le servían después para enseñar. Aunque este material era tan elemental y “rudimentario”, la palabra del Señor era siempre profunda, inquietante, radicalmente nueva, definitiva.


La cosa más grande del hablar de Jesucristo era el compaginar la autoridad divina con la más increíble sencillez humana. Autoridad y sencillez eran posibles en Jesús gracias al conocimiento que tenía del Padre y su relación de amorosa obediencia con Él (cf. Mt 11,25-27). Es esta relación con el Padre lo que explica la armonía única entre la grandeza y la humildad. La autoridad de su hablar no se ajustaba a los parámetros humanos; no había competencia, ni intereses personales o afán de lucirse. Era una autoridad que se manifestaba tanto en la sublimidad de la palabra o de la acción como en la humildad y sencillez. No hubo en sus labios ni la alabanza personal, ni la altivez, ni gritos. Mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia... fueron el aroma que rodeaba la autoridad de sus enseñanzas.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Automóvil brillante

Buenos días, amigo/a.

La conversión es un cambio de mentalidad para darle a cada cosa la importancia relativa que tiene, y poner siempre a Dios en el primer lugar. La conversión es un giro del alma que desea encontrarse con el Señor. Es un impulso del Espíritu a dejar un itinerario equivocado o inferior y seguir un camino mejor y más feliz: el de Jesús.

Ese día Juan lavaba su auto en la calle, al lado de su casa. Al pasar por allí el señor cura se detuvo y lo felicitó: —¡Juan, ¡cómo luce tu automóvil! No es nuevo, pero lo veo siempre brillante y funcionando bien. —¡Si supiera, ¡Padre, cuánto tiempo y trabajo me cuesta! ¡Por lo menos, una hora diaria! —añadió el joven. El sacerdote luego de unos segundos le preguntó: —Y para tener limpia y brillante tu alma, Juan, ¿cuánto tiempo empleas por día? El joven no contestó, pues él casi nunca se tomaba tiempo para orar y meditar. Entonces, el reverendo agregó: —¡Juan, en verdad, yo preferiría ser tu automóvil y no tu alma!

“La conversión es un cambio de dirección. Hay que apuntar no al egoísmo, a la indiferencia, sino a la generosidad y al sacrificio por los otros; no al olvido de Dios, sino al encuentro con él; no a la “ligereza” moral, sino a una conciencia formada en el evangelio. Esta es la revolución cristiana: el cambio del corazón”, (AC). P. Natalio

Santoral del Día:  SAN GIL




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domingo, 30 de agosto de 2020

Evangelio del Día Lunes 31 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: Lunes XXII del tiempo ordinario


Ver santoral 

31 de Agosto: San Ramón Nonato, religioso

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 4,16-30): En aquel tiempo, Jesús se fue a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».


Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».


Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.


«Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír»


Rev. D. David AMADO i Fernández

(Barcelona, España)


Hoy, «se cumple esta escritura que acabáis de oír» (Lc 4,21). Con estas palabras, Jesús comenta en la sinagoga de Nazaret un texto del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido» (Lc 4,18). Estas palabras tienen un sentido que sobrepasa el concreto momento histórico en que fueron pronunciadas. El Espíritu Santo habita en plenitud en Jesucristo, y es Él quien lo envía a los creyentes.


Pero, además, todas las palabras del Evangelio tienen una actualidad eterna. Son eternas porque han sido pronunciadas por el Eterno, y son actuales porque Dios hace que se cumplan en todos los tiempos. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, hemos de recibirla no como un discurso humano, sino como una Palabra que tiene un poder transformador en nosotros. Dios no habla a nuestros oídos, sino a nuestro corazón. Todo lo que dice está profundamente lleno de sentido y de amor. La Palabra de Dios es una fuente inextinguible de vida: «Es más lo que dejamos que lo que captamos, tal como ocurre con los sedientos que beben en una fuente» (San Efrén). Sus palabras salen del corazón de Dios. Y, de ese corazón, del seno de la Trinidad, vino Jesús —la Palabra del Padre— a los hombres.


Por eso, cada día, cuando escuchamos el Evangelio, hemos de poder decir como María: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38); a lo que Dios nos responderá: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Ahora bien, para que la Palabra sea eficaz en nosotros hay que desprenderse de todo prejuicio. Los contemporáneos de Jesús no le comprendieron, porque lo miraban sólo con ojos humanos: «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4,22). Veían la humanidad de Cristo, pero no advirtieron su divinidad. Siempre que escuchemos la Palabra de Dios, más allá del estilo literario, de la belleza de las expresiones o de la singularidad de la situación, hemos de saber que es Dios quien nos habla.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Corazón compasivo

Buenos días, amigo/a.

Entre los valores que Jesús resaltó en el sermón de la montaña, está la misericordia. El Reino de Dios está constituido por personas que eligen ser compasivos en lugar de severos jueces de los demás. No se trata de condescender con el pecado, la injusticia y la mentira, sino de orar por los que están en el error y la culpa, para que se arrepientan y vuelvan a Dios.

El abad Isaac fue un día a un monasterio; vio pecar a un hermano y lo condenó. Cuando volvió al desierto, un ángel del Señor se detuvo ante la puerta de su celda y le dijo: "¡No te dejo entrar!". “¿Por qué?", dijo el abad. El ángel le respondió: "Dios me ha enviado a preguntarte: "¿A dónde ordenas que eche al hermano caído al que tú has juzgado?". Inmediatamente Isaac se postró y dijo: "¡He pecado, perdóname!". Le dijo el ángel: "Dios te ha perdonado; pero, de ahora en adelante, abstente de juzgar a alguien antes de que lo haya hecho Dios".

Las debilidades de los otros deberían ser una llamada a la vigilancia pidiendo ayuda a Dios para no caer nosotros en iguales o semejantes faltas. La humildad que surge del conocimiento de uno mismo es la base de todas las virtudes, especialmente de la caridad. Conocerse a uno mismo es difícil, pero es muy fácil criticar a los demás. Jesús te dice hoy: “No juzgues y no serás juzgado”. P. Natalio.


Santoral del Día:  SAN RAMON NONATO



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sábado, 29 de agosto de 2020

Evangelio del Día Domingo 30 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: Domingo XXII (A) del tiempo ordinario


Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 16,21-27): En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios».


Entonces dijo a los discípulos: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta»


«El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga»


Fr. Vimal MSUSAI

(Ranchi, Jharkhand, India)


Hoy, consideramos que ver a Jesús y seguirle requiere tener una obediencia madura que nos permita escuchar y ser responsables (capaces-de-responder). Y esto sólo es posible en las personas que verdaderamente se han liberado de los caprichos infantiles y de las pasiones: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mt 16,24). Escuchar y responder a la llamada de Dios en nuestras vidas cotidianas significa ser capaces de olvidarnos de nosotros mismos y de servir a los demás. Sólo el amor hace factible este “riesgo” (cf. Heb 5:8-9).


Buda dice que «para vivir una vida pura de entrega uno no debe reputar nada como propio en medio de la abundancia». Un ejemplo es la vida familiar donde los padres se entregan total y generosamente al bienestar de la familia, quizás hasta el punto de olvidarse de sí mismos. Ellos procuran actuar así para que sus hijos estén bien preparados para que tengan mejor futuro. Si es así, además, la familia será una y unida.


Tenemos cientos de conmovedores ejemplos de profesores, médicos, agentes sociales, personas consagradas y santos. El Papa Francisco nos empuja a “ver” a Jesús en nuestra vida corriente, pues «aunque la vida de una persona se mueva en un terreno lleno de espinas y malezas, hay siempre espacio en el cual la buena semilla puede crecer. ¡Tenéis que confiar en Dios!».


Un grano de trigo puede liberar toda su vitalidad sólo cuando se rompe y muere, como Jesús el cual muriendo mostró todo su amor dando la vida. El ejemplo del grano de trigo es la vida misma de Jesús y de cada discípulo que le sirve, que da testimonio de Él y que tiene vida en Él: «El que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 16,25). ¡Amén!


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Instrumento de Dios

Buenos días, amigo/a.

Bajo las especies de pan y vino en el altar, por la fe descubrimos a Cristo. Y bajo las especies y formas del prójimo necesitado debemos esforzarnos por ver al mismo Cristo, que no está en el prójimo menos realmente que en las formas sacramentales. En verdad el prójimo es también el sacramento de Cristo. Alfonso Milagro.

Dios siempre cuida de sus criaturas, pero lo hace a través de los hombres. Si alguna persona muere de hambre o de pena, no significa que Dios no la haya cuidado, sino que nosotros no hicimos nada para ayudarla, no fuimos instrumentos de su amor, no supimos reconocer a Cristo bajo la apariencia de ese hombre desamparado, de ese niño abandonado. Teresa de Calcuta.

Está alerta, porque a lo largo de este día el Señor te ofrecerá al menos una ocasión de ayudar concretamente a alguien que te necesita. Tal vez sea un favor sencillo y fácil, o no tanto. Pero es indudable que te dejará la alegría de haber sido instrumento del amor de Dios para con tus semejantes. P. Natalio.


Santoral del Día:  SANTA ROSA DE LIMA




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viernes, 28 de agosto de 2020

Evangelio del día 29 de agosto de 2020

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Día litúrgico: 29 de Agosto: El martirio de san Juan Bautista


Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.


Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.


«Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’»


Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM

(Barcelona, España)


Hoy recordamos el martirio de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías. Toda la vida del Bautista gira en torno a la Persona de Jesús, de manera que sin Él, la existencia y la tarea del Precursor del Mesías no tendría sentido.


Ya, desde las entrañas de su madre, siente la proximidad del Salvador. El abrazo de María y de Isabel, dos futuras madres, abrió el diálogo de los dos niños: el Salvador santificaba a Juan, y éste saltaba de entusiasmo dentro del vientre de su madre.


En su misión de Precursor mantuvo este entusiasmo -que etimológicamente significa "estar lleno de Dios"-, le preparó los caminos, le allanó las rutas, le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36).


Al atardecer de su existencia, Juan, al predicar la libertad mesiánica a quienes estaban cautivos de sus vicios, es encarcelado: «Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’» (Mc 6,18). La muerte del Bautista es el testimonio martirial centrado en la persona de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y también le precede ahora en la muerte cruel.


San Beda nos dice que «está encerrado, en la tiniebla de una mazmorra, aquel que había venido a dar testimonio de la Luz, y había merecido de la boca del mismo Cristo (…) ser denominado "antorcha ardiente y luminosa". Fue bautizado con su propia sangre aquél a quien antes le fue concedido bautizar al Redentor del mundo».


Ojalá que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista nos entusiasme, en el sentido etimológico del término, y, así, llenos de Dios, también demos testimonio de nuestra fe en Jesús con valentía. Que nuestra vida cristiana también gire en torno a la Persona de Jesús, lo cual le dará su pleno sentido.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

El camino

Buenos días, amigo/a.

Jesús es la “gran noticia” que necesita el hombre de hoy. Es la única respuesta a tus más íntimas aspiraciones. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. La ciencia y la tecnología hacen más confortable el cotidiano vivir, pero no alivian el corazón que sufre ni liberan de la angustia: nada reemplaza la presencia de Dios en ti y el amor de Jesús que ilumina tu vida.

Un explorador inexperto se perdió en medio de la tupida y peligrosa selva africana. Por fin, tras varias horas de caminar, se encontró con un nativo a quien le rogó: —¿Me puede mostrar usted el camino a través del bosque, por favor? Ya habían avanzado un buen trecho, cuando el explorador empezó a dudar y preguntó al guía: —Disculpe, señor, ¿es éste el camino? El nativo respondió: —Señor, aquí no hay caminos; confíe en mí, yo soy el camino.

Los primeros cristianos eran conscientes que para llegar a Dios había que recorrer el camino de Jesús. Como Buen Pastor va adelante guiando a sus ovejas porque, hoy como ayer, hay también muchos caminos de mentira y engaño que terminan en una vida sin sentido. ¡Gracias, Jesús, tú me llevas por el camino seguro de la verdadera vida! P. Natalio.


Santoral del Día:  SANTA SABINA



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jueves, 27 de agosto de 2020

Evangelio del Día Viernes 28 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: Viernes XXI del tiempo ordinario


Ver santoral 

28 de Agosto: San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 25,1-13): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».


«En verdad os digo que no os conozco»


Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(La Fuliola, Lleida, España)


Hoy, Viernes XXI del tiempo ordinario, el Señor nos recuerda en el Evangelio que hay que estar siempre vigilantes y preparados para encontrarnos con Él. A media noche, en cualquier momento, pueden llamar a la puerta e invitarnos a salir a recibir al Señor. La muerte no pide cita previa. De hecho, «no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13).


Vigilar no significa vivir con miedo y angustia. Quiere decir vivir de manera responsable nuestra vida de hijos de Dios, nuestra vida de fe, esperanza y caridad. El Señor espera continuamente nuestra respuesta de fe y amor, constantes y pacientes, en medio de las ocupaciones y preocupaciones que van tejiendo nuestro vivir.


Y esta respuesta sólo la podemos dar nosotros, tú y yo. Nadie lo puede hacer en nuestro lugar. Esto es lo que significa la negativa de las vírgenes prudentes a ceder parte de su aceite para las lámparas apagadas de las vírgenes necias: «Es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis» (Mt 25,9). Así, nuestra respuesta a Dios es personal e intransferible.


No esperemos un “mañana” —que quizá no vendrá— para encender la lámpara de nuestro amor para el Esposo. Carpe diem! Hay que vivir en cada segundo de nuestra vida toda la pasión que un cristiano ha de sentir por su Señor. Es un dicho conocido, pero que no estará de más recordarlo de nuevo: «Vive cada día de tu vida como si fuese el primer día de tu existencia, como si fuese el único día de que disponemos, como si fuese el último día de nuestra vida». Una llamada realista a la necesaria y razonable conversión que hemos de llevar a término.


Que Dios nos conceda la gracia en su gran misericordia de que no tengamos que oír en la hora suprema: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt 25,12), es decir, «no habéis tenido ninguna relación ni trato conmigo». Tratemos al Señor en esta vida de manera que lleguemos a ser conocidos y amigos suyos en el tiempo y en la eternidad.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Lámpara ardiente

Buenos días, amigo/a.

Tu vida, como la de todos, transcurre, entre sencillas tareas. Puedes caer en el grave error de juzgarlas sin importancia y hacerlas sin implicarte con entusiasmo y amor poniendo lo mejor de ti mismo. “La calidad de una persona no se descubre en las grandes decisiones, sino en las pequeñas tareas de cada día”.

Seamos fieles en las cosas pequeñas, porque ahí estará nuestra fortaleza. Miremos el ejemplo de la lámpara que arde con el aporte de pequeñas gotitas de aceite, y sin embargo da mucha luz. Las gotitas de aceite de nuestras lámparas son las cosas pequeñas que realizamos diariamente: la fidelidad, la puntualidad, las palabras bondadosas, las sonrisas, nuestra actitud colaboradora hacia los demás. Madre Teresa de Calcuta.

Ser fieles al quehacer de cada día es algo importante. La felicidad humana generalmente no se logra con acciones de especial relevancia, que pueden acontecer muy raras veces, sino en ese sencillo deber que realizas todos los días con mucho amor. Valorízalo en ti y en los demás. P. Natalio.

Santoral del Día:  SAN AGUSTIN



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miércoles, 26 de agosto de 2020

Evangelio del día Jueves 27 de agosto de 2020

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Día litúrgico: Jueves XXI del tiempo ordinario


Ver santoral 

27 de Agosto: Santa Mónica

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 24,42-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».


«Estad preparados»


+ Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas

(Barcelona, España)


Hoy, el texto evangélico nos habla de la incertidumbre del momento en que vendrá el Señor: «No sabéis qué día vendrá» (Mt 24,42). Si queremos que nos encuentre velando en el momento de su llegada, no nos podemos distraer ni dormirnos: hay que estar siempre preparados. Jesús pone muchos ejemplos de esta atención: el que vigila por si viene un ladrón, el siervo que quiere complacer a su amo... Quizá hoy nos hablaría de un portero de fútbol que no sabe cuándo ni de qué manera le vendrá la pelota...


Pero, quizá, antes debiéramos aclarar de qué venida se nos habla. ¿Se trata de la hora de la muerte?; ¿se trata del fin del mundo? Ciertamente, son venidas del Señor que Él ha dejado expresamente en la incertidumbre para provocar en nosotros una atención constante. Pero, haciendo un cálculo de probabilidades, quizá nadie de nuestra generación será testimonio de un cataclismo universal que ponga fin a la existencia de la vida humana en este planeta. Y, por lo que se refiere a la muerte, esto sólo será una vez y basta. Mientras esto no llegue, ¿no hay ninguna otra venida más cercana ante la cual nos convenga estar siempre preparados?


«¡Cómo pasan los años! Los meses se reducen a semanas, las semanas a días, los días a horas, y las horas a segundos...» (San Francisco de Sales). Cada día, cada hora, en cada instante, el Señor está cerca de nuestra vida. A través de inspiraciones internas, a través de las personas que nos rodean, de los hechos que se van sucediendo, el Señor llama a nuestra puerta y, como dice el Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Hoy, si comulgamos, esto volverá a pasar. Hoy, si escuchamos pacientemente los problemas que otro nos confía o damos generosamente nuestro dinero para socorrer una necesidad, esto volverá a pasar. Hoy, si en nuestra oración personal recibimos —repentinamente— una inspiración inesperada, esto volverá a pasar.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

El pan de cada día

Buenos días, amigo/a

La Biblia contiene la palabra sagrada escrita por autores elegidos e inspirados por Dios. Sabía él muy bien en medio de qué tinieblas se encontrarían sus hijos en los siglos venideros, y por amor a cada uno de nosotros asistió con dones especiales a los escritores del libro santo para que escribieran todo y solo lo que él les inspiraba. Son cartas de amor de Dios a sus hijos.

Cuentan que el emperador romano había prohibido con la amenaza de severos castigos a los cristianos que tuvieran una Biblia en su casa. Pero muchos cristianos la guardaban a pesar de todo y la leían a escondidas. Un día entró al pueblo un contingente de policías para revisar casa por casa. Una mujer que los veía llegar tuvo una idea ingeniosa. Ya que estaba justo preparando la masa para hornear el pan, tomó la Biblia la envolvió en la masa y la introdujo en el horno. Cuando entraron los policías no encontraron Biblia alguna en la casa. Vieron nada más que pan horneándose. Al día siguiente la madre sacó el pan del horno para servirlo a la familia. En medio del pan la Biblia estaba perfectamente conservada.

Vigorízate cada día con el pan de la Palabra. Te sugiero que pongas en un lugar visible el libro sagrado. Elige un rinconcito para Dios en tu casa. En una mesita con algunas imágenes o estatuas de tus santos, que esté también la Biblia adornada con flores, velas, o ikevanas… Y que día a día crezcas en amor y vivencia de la Palabra de Dios. P. Natalio.


Santoral del Día:  SANTA MONICA



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martes, 25 de agosto de 2020

Evangelio del día miércoles 26 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: Miércoles XXI del tiempo ordinario


Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 23,27-32): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’. Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».


«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!»


+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué

(Manresa, Barcelona, España)


Hoy, como en los días anteriores y los que siguen, contemplamos a Jesús fuera de sí, condenando actitudes incompatibles con un vivir digno, no solamente cristiano, sino también humano: «Por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad» (Mt 23,28). Viene a confirmar que la sinceridad, la honradez, la lealtad, la nobleza..., son virtudes queridas por Dios y, también, muy apreciadas por los humanos.


Para no caer, pues, en la hipocresía, tengo que ser muy sincero. Primero, con Dios, porque me quiere limpio de corazón y que deteste toda mentira por ser Él totalmente puro, la Verdad absoluta. Segundo, conmigo mismo, para no ser yo el primer engañado, exponiéndome a pecar contra el Espíritu Santo al no reconocer los propios pecados ni manifestarlos con claridad en el sacramento de la Penitencia, o por no confiar suficientemente en Dios, que nunca condena a quien hace de hijo pródigo ni pierde a nadie por el hecho de ser pecador, sino por no reconocerse como tal. En tercer lugar, con los otros, ya que también —como Jesús— a todos nos pone fuera de sí la mentira, el engaño, la falta de sinceridad, de honradez, de lealtad, de nobleza..., y, por esto mismo, hemos de aplicarnos el principio: «Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie».


Estas tres actitudes —que podemos considerar de sentido común— las hemos de hacer nuestras para no caer en la hipocresía, y hacernos cargo de que necesitamos la gracia santificante, debido al pecado original ocasionado por el “padre de la mentira”: el demonio. Por esto, haremos caso de la exhortación de san Josemaría: «A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo»; tendremos también presente a Orígenes, que dice: «Toda santidad fingida yace muerta porque no obra impulsada por Dios», y nos regiremos, siempre, por el principio elemental y simple propuesto por Jesús: «Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’» (Mt 5,37).


María no se pasa en palabras, pero su sí al bien, a la gracia, fue único y veraz; su no al mal, al pecado, fue rotundo y sincero.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

La perfumería

Buenos días, amigo/a

Domingo Savio, el alumno santo formado por Don Bosco, sabía elegir bien sus amistades. Si había algún alumno de mala conducta, que no cumplía el reglamento, procuraba no tratar con él sino para ayudarlo o darle un buen consejo. Conocía el refrán: “el que con lobos anda, a aullar aprende”. Esta habilidad de huir de las malas compañías, preservó sus buenas costumbres.

Dice la Biblia: "Quien con sabios anda, sabio se hará" (Prov 13,20). ¿Con qué comparar esto? Con uno que entró en una perfumería y aunque nada compró ni vendió, sin embargo se le pegó el perfume del lugar y lo llevó consigo. Así es todo el que se junta con los justos: algo se le pega de sus caminos y de sus buenas acciones. "Y el que se junta con necios, necio saldrá".  ¿Con qué comparar esto? Con uno que entró en casa del curtidor y aunque nada compró ni vendió, se impregnó del mal olor y lo llevó consigo. Así es todo el que se junta con los malvados: algo se le pega de sus caminos y de sus malas acciones.

Cuando Domingo Savio veía que un compañero era estudioso, respetuoso con todos, delicado en sus palabras, que frecuentaba la iglesia, trataba de hacerlo su amigo. Logró así tener unos seis compañeros con quienes animaba la sana alegría de los recreos, consolaba a los chicos tristes, comentaba temas provechosos y mantenía un clima de familia en el colegio.  P. Natalio.


Santoral del Día: SANTA TERESA DE JESUS CORNET


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lunes, 24 de agosto de 2020

Evangelio del Día Martes 25 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: Martes XXI del tiempo ordinario


Ver santoral 

25 de Agosto: San Luis, rey de Francia

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 23,23-26): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y codicia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».


«Purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura»


Fr. Austin NORRIS

(Mumbai, India)


Hoy tenemos la impresión de “pillar” a Jesús en un arrebato de mal humor —realmente alguien le ha hecho sentir molesto—. Jesucristo se siente incómodo con la falsa religiosidad, las peticiones pomposas y la piedad egoísta. Él ha notado un vacío de amor, a saber, echa en falta «la justicia, la misericordia y la fe» (Mt 23,23) tras las acciones superficiales con las que tratan de cumplir la Ley. Jesús encarna esas cualidades en su persona y ministerio. Él era la justicia, la misericordia y la fe. Sus acciones, milagros, sanaciones y palabras rezumaban estos verdaderos fundamentos, que fluyen de su corazón amoroso. Para Jesucristo no se trataba de una cuestión de “Ley”, sino que era un asunto de corazón…


Incluso en las palabras de castigo vemos en Dios un toque de amor, importante para quienes quieran volver a lo básico: «Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios» (Miq 6,8). El Papa Francisco dijo: «Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia... Recordemos al profeta Isaías, cuando afirma que, aunque nuestros pecados fueran rojo escarlata, el Amor de Dios los volverá blancos como la nieve. Es hermoso, esto de la misericordia».


«¡Purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!» (Mt 23,26). ¡Cuán cierto es eso para cada uno de nosotros! Sabemos cómo la limpieza personal nos hace sentir frescos y vibrantes por dentro y por fuera. Más aun, en el ámbito espiritual y moral nuestro interior, nuestro espíritu, si está limpio y sano brillará en buenas obras y acciones que honren a Dios y le rindan un verdadero homenaje (cf. Jn 5,23). Fijémonos en el marco más grande del amor, de la justicia y de la fe y no nos perdamos en menudencias que consumen nuestro tiempo, nos empequeñecen y nos hacen quisquillosos. ¡Saltemos al vasto océano del Amor de Dios y no nos conformemos con riachuelos de mezquindad!


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

El loro muerto

Buenos días, amigo/a

Para vivir en una Patria noble y digna cada ciudadano debe aportar su conducta honesta.  A veces la falta de integridad se quiere justificar diciendo que todos actúan así; o que es la única forma de salir adelante. Es necesario vivir según los principios, aunque esto suponga ir “contra corriente”. Es la única manera de levantar el nivel moral de nuestra sociedad.

El loro llenaba en la corte tres empleos: anunciaba la visita de los altos personajes, tenía el encargo de recrear a Su Excelencia en sus momentos de ocio con cuentos amenos y de atajar a los solicitantes con el grito consagrado: «¡No hay vacante!». Y como es justo, teniendo tres empleos, cobraba tres sueldos, como quien dice nada. Murió, y pocas horas después del triste acontecimiento, estaban conversando el chajá, la urraca y el benteveo, ponderando a cuál más las cualidades del finado: —¡Pobre señor loro!, decía uno con aflicción. —¡Qué muerte tan repentina—, contestó otro tristemente! —¡Es un gran vacío!, observó el tercero compungido. —¡Y una gran vacante!, murmuró la urraca. Y el chajá se sonrió y también el benteveo, y los tres, mirándose con ojos de candidato: —¡Qué vacante linda, che!, susurraron los tres! (G. Daireaux).

Los puestos públicos están para servir a la comunidad. Para ofrecer un buen servicio se requiere sentido del deber, compromiso con los principios y querer a la gente. El servicio de calidad debe ser permanente, con cada persona. El público no existe: existen individuos concretos. La Patria necesita estos servidores. Cada uno encienda su lucecita y las tinieblas comenzarán a retirarse. P. Natalio.


Santoral del Día:  SAN JOSE DE CALASANZ



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domingo, 23 de agosto de 2020

Evangelio del Día Lunes 24 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: 24 de Agosto: San Bartolomé, apóstol


Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Jn 1,45-51): En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Ése del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». Le dice Felipe: «Ven y lo verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».


«Ven y lo verás»


Mons. Christoph BOCKAMP Vicario Regional del Opus Dei en Alemania

(Bonn, Alemania)


Hoy celebramos la fiesta del apóstol san Bartolomé. El evangelista san Juan relata su primer encuentro con el Señor con tanta viveza que nos resulta fácil meternos en la escena. Son diálogos de corazones jóvenes, directos, francos... ¡divinos!


Jesús encuentra a Felipe casualmente y le dice «sígueme» (Jn 1,43). Poco después, Felipe, entusiasmado por el encuentro con Jesucristo, busca a su amigo Natanael para comunicarle que —por fin— han encontrado a quien Moisés y los profetas esperaban: «Jesús el hijo de José, el de Nazaret» (Jn 1,45). La contestación que recibe no es entusiasta, sino escéptica : «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» (Jn 1,46). En casi todo el mundo ocurre algo parecido. Es corriente que en cada ciudad, en cada pueblo se piense que de la ciudad, del pueblo vecino no puede salir nada que valga la pena... allí son casi todos ineptos... Y viceversa.


Pero Felipe no se desanima. Y, como son amigos, no da más explicaciones, sino dice: «Ven y lo verás» (Jn 1,46). Va, y su primer encuentro con Jesús es el momento de su vocación. Lo que aparentemente es una casualidad, en los planes de Dios estaba largamente preparado. Para Jesús, Natanael no es un desconocido: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi» (Jn 1,48). ¿De qué higuera? Quizá era un lugar preferido de Natanael a donde solía dirigirse cuando quería descansar, pensar, estar sólo... Aunque siempre bajo la amorosa mirada de Dios. Como todos los hombres, en todo momento. Pero para darse cuenta de este amor infinito de Dios a cada uno, para ser consciente de que está a mi puerta y llama necesito una voz externa, un amigo, un “Felipe” que me diga: «Ven y verás». Alguien que me lleve al camino que san Josemaría describe así: buscar a Cristo; encontrar a Cristo; amar a Cristo.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

El gozo del corazón

Buenos días, amigo/a

La Reina de la Paz te invita a decidirte por Dios: descubrir y cumplir con fidelidad su voluntad es la clave del gozo profundo del corazón. Lee y relee atentamente este mensaje maternal.

“¡Queridos hijos! Hoy quisiera agradecerles todos sus sacrificios y todas sus oraciones. Yo los bendigo con mi especial bendición maternal. Yo los invito a que todos ustedes se decidan por Dios y a que día a día descubran su voluntad en la oración. Yo quisiera invitarlos a todos, queridos hijos, a la conversión total para que el gozo reine en sus corazones. Yo estoy feliz de que tantos de ustedes estén aquí hoy. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

La conversión total consiste en la verdadera fe. La fe es auténtica cuando uno ha sido tocado y sacudido por la experiencia del inmenso y gratuito amor que Dios nos tiene, y se ha sentido impulsado a organizar su vida como respuesta leal y generosa a este descubrimiento. La bendición maternal de la Virgen María te regala hoy esta gracia especial. P. Natalio.


Santoral del Día:  SAN BARTOLOME - APOSTOL


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sábado, 22 de agosto de 2020

Evangelio del Día Domingo 23 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: Domingo XXI (A) del tiempo ordinario


Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 16,13-20): En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo.

«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? (…). Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»


Rev. D. Joaquim MESEGUER García

(Rubí, Barcelona, España)


Hoy, la profesión de fe de Pedro en Cesarea de Filipo abre la última etapa del ministerio público de Jesús preparándonos al acontecimiento supremo de su muerte y resurrección. Después de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús decide retirarse por un tiempo con sus apóstoles para intensificar su formación. En ellos empieza hacerse visible la Iglesia, semilla del Reino de Dios en el mundo.


Hace dos domingos, al contemplar como Pedro andaba sobre las aguas y se hundía en ellas, escuchábamos la reprensión de Jesús: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» (Mt 14,31). Hoy, la reconvención se troca en elogio: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás» (Mt 16,17). Pedro es dichoso porque ha abierto su corazón a la revelación divina y ha reconocido en Jesucristo al Hijo de Dios Salvador. A lo largo de la historia se nos plantean las mismas preguntas: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? (…). Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,13.15). También nosotros, en un momento u otro, hemos tenido que responder quién es Jesús para mí y qué reconozco en Él; de una fe recibida y transmitida por unos testigos (padres, catequistas, sacerdotes, maestros, amigos…) hemos pasado a una fe personalizada en Jesucristo, de la que también nos hemos convertido en testigos, ya que en eso consiste el núcleo esencial de la fe cristiana.


Solamente desde la fe y la comunión con Jesucristo venceremos el poder del mal. El Reino de la muerte se manifiesta entre nosotros, nos causa sufrimiento y nos plantea muchos interrogantes; sin embargo, también el Reino de Dios se hace presente en medio de nosotros y desvela la esperanza; y la Iglesia, sacramento del Reino de Dios en el mundo, cimentada en la roca de la fe confesada por Pedro, nos hace nacer a la esperanza y a la alegría de la vida eterna. Mientras haya humanidad en el mundo, será preciso dar esperanza, y mientras sea preciso dar esperanza, será necesaria la misión de la Iglesia; por eso, el poder del infierno no la derrotará, ya que Cristo, presente en su pueblo, así nos lo garantiza.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Sé paciente contigo

Buenos días, amigo/a.

San Francisco de Sales fue el santo de la bondad y la mansedumbre. En la base de estas dos virtudes hay siempre una inquebrantable paciencia, que preserva la serenidad y paz del corazón. Hoy te ofrezco una sabia reflexión de este santo que fue también un apreciado director espiritual. Es un fragmento de una carta a una persona acompañada por él.

Sé paciente con todos, pero sobre todo contigo mismo. Quiero decir que no te desalientes con tus imperfecciones, sino levántate siempre con nuevo valor. Me alegro de que siempre comiences de nuevo cada día, no hay mejor medio de alcanzar la vida espiritual que el comenzar constantemente y no pensar nunca que ya se hizo bastante. ¿Cómo seremos pacientes con las faltas del prójimo, si somos impacientes con las nuestras? Toda corrección fructífera procede de una mente serena y tranquila.

Dile, pues, hoy al Señor: “Ayúdame a luchar con paz y gozo, caminando firme, sereno sin prisas. Quiero trabajar bajo tu luz, sabiendo que comprendes mis errores y que siempre puedo empezar de nuevo. Porque tú tienes confianza en mí, me esperas, y deseas que viva sanamente”. Que siempre estés dispuesto a comenzar de nuevo. P. Natalio.


Santoral del Día:  SAN FELIPE BENIZI


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viernes, 21 de agosto de 2020

Evangelio del Día Sábado 22 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: Sábado XX del tiempo ordinario


Ver santoral 

22 de Agosto: Santa María Reina

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente y a los discípulos: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.


»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Guías”, porque uno solo es vuestro Guía: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».


«El que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy, Jesucristo nos dirige nuevamente una llamada a la humildad, una invitación a situarnos en el verdadero lugar que nos corresponde: «No os dejéis llamar “Rabbí” (...); ni llaméis a nadie “Padre” (...); ni tampoco os dejéis llamar “Guías”» (Mt 23,8-10). Antes de apropiarnos de todos estos títulos, procuremos dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y que de Él hemos recibido.


Como dice san Pablo, «¿qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7). De manera que, cuando tengamos conciencia de haber actuado correctamente, haremos bien en repetir: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc 17,10).


El hombre moderno padece una lamentable amnesia: vivimos y actuamos como si nosotros mismos hubiésemos sido los autores de la vida y los creadores del mundo. Por contraste, causa admiración Aristóteles, el cual —en su teología natural— desconocía el concepto de la “creación” (noción conocida en aquellos tiempos sólo por Revelación divina), pero, por lo menos, tenía claro que este mundo dependía de la Divinidad (la “Causa incausada”). San Juan Pablo II nos llama a conservar la memoria de la deuda que tenemos contraída con nuestro Dios: «Es preciso que el hombre dé honor al Creador ofreciendo, en una acción de gracias y de alabanza, todo lo que de Él ha recibido. El hombre no puede perder el sentido de esta deuda, que solamente él, entre todas las otras realidades terrestres, puede reconocer».


Además, pensando en la vida sobrenatural, nuestra colaboración —¡Él no hará nada sin nuestro permiso, sin nuestro esfuerzo!— consiste en no estorbar la labor del Espíritu Santo: ¡dejar hacer a Dios!; que la santidad no la “fabricamos” nosotros, sino que la otorga Él, que es Maestro, Padre y Guía. En todo caso, si creemos que somos y tenemos algo, esmerémonos en ponerlo al servicio de los demás: «El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,11).


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Desacelera el ritmo

Buenos días, amigo/a

“Si el nadador levanta la cabeza es para «recobrar aliento». Si el automovilista se detiene frente a un surtidor, es para «cargar nafta». Si te detienes es para tomar conciencia de ti mismo, para unificar todas tus potencias, ordenarlas y dirigirlas para comprometerte por entero en tu vida”, (M. Quoist). Decídete a vivir intensamente el momento presente, con serena sabiduría.

Desacelera el ritmo de tu corazón silenciando tu mente. Resuelve sólo una cosa por vez.  Rompe la tensión de tus nervios y músculos con la dulce música de los arroyos que viven en tu memoria. Vive intensamente la paz del sueño. Aprende a tomar vacaciones de un minuto, al detenerte a mirar una flor, al conversar con un amigo, al contemplar un amanecer o al leer algunas líneas de un buen libro. Recuerda que una vida más intensa no quiere decir una vida más rápida. Mira las ramas del roble que florece y comprende que creció grande y fuerte porque creció despacio y bien. Ten calma, desacelera el paso y echa tus raíces en la buena tierra de lo que realmente vale, para así crecer hacia las estrellas. Cada mañana, al despertar, pide a Dios que te dé serenidad y fortaleza para enfrentar las luchas cotidianas.

“Si vas siempre a velocidades muy altas, cansarás el motor del auto. Si vives siempre «bajo presión», tu cuerpo y tu espíritu se gastarán muy pronto. Si corres tanto no encontrarás a nadie y, lo que es más grave, no te encontrarás ni a ti mismo. Si quieres captar lo más profundo que hay en ti, has de saber detenerte y reflexionar”, (M. Quoist). ¡Excelente consejo! P. Natalio.


Santoral del Día:  FIESTA DE MARIA REINA



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jueves, 20 de agosto de 2020

Evangelio del Día Viernes 21 de Agosto de 2020

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Día litúrgico: Viernes XX del tiempo ordinario


Ver santoral 

21 de Agosto: San Pío X, papa

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 22,34-40): En aquel tiempo, cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?». Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas».


«Amarás al Señor, tu Dios... Amarás a tu prójimo»


Rev. D. Pere CALMELL i Turet

(Barcelona, España)


Hoy, el maestro de la Ley le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» (Mt 22,36), el más importante, el primero. La respuesta, en cambio, habla de un primer mandamiento y de un segundo, que le «es semejante» (Mt 22,39). Dos anillas inseparables que son una sola cosa. Inseparables, pero una primera y una segunda, una de oro y la otra de plata. El Señor nos lleva hasta la profundidad de la catequesis cristiana, porque «de estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,40).


He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. También en esta imagen hay un primero y un segundo. La horizontalidad estaría a nivel de tierra si antes no poseyésemos un palo derecho, y cuanto más queramos elevar el nivel de nuestro servicio a los otros —la horizontalidad— más elevado deberá ser nuestro amor a Dios. Si no, fácilmente viene el desánimo, la inconstancia, la exigencia de compensaciones del orden que sea. Dice san Juan de la Cruz: «Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».


Efectivamente, en los santos que conocemos vemos cómo el amor a Dios, que saben manifestarle de muchas maneras, les otorga una gran iniciativa a la hora de ayudar al prójimo. Pidámosle hoy a la Virgen Santísima que nos llene del deseo de sorprender a Nuestro Señor con obras y palabras de afecto. Así, nuestro corazón será capaz de descubrir cómo sorprender con algún detalle simpático a los que viven y trabajan a nuestro lado, y no solamente en los días señalados, que eso lo sabe hacer cualquiera. ¡Sorprender!: forma práctica de pensar menos en nosotros mismos.


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

El gozo del corazón

Buenos días, amigo/a

La Reina de la Paz te invita a decidirte por Dios: descubrir y cumplir con fidelidad su voluntad es la clave del gozo profundo del corazón. Lee y relee atentamente este mensaje maternal.


“¡Queridos hijos! Hoy quisiera agradecerles todos sus sacrificios y todas sus oraciones. Yo los bendigo con mi especial bendición maternal. Yo los invito a que todos ustedes se decidan por Dios y a que día a día descubran su voluntad en la oración. Yo quisiera invitarlos a todos, queridos hijos, a la conversión total para que el gozo reine en sus corazones. Yo estoy feliz de que tantos de ustedes estén aquí hoy. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

La conversión total consiste en la verdadera fe. La fe es auténtica cuando uno ha sido tocado y sacudido por la experiencia del inmenso y gratuito amor que Dios nos tiene, y se ha sentido impulsado a organizar su vida como respuesta leal y generosa a este descubrimiento. La bendición maternal de la Virgen María te regala hoy esta gracia especial. P. Natalio.


Santoral del Día:  SAN PIO X


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