lunes, 10 de agosto de 2020

Evangelio del día Martes 11 de Agosto de 2020

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https://youtu.be/bY-FmaQ_YRk

Día litúrgico: Martes XIX del tiempo ordinario


Ver santoral 

11 de Agosto: Santa Clara de Asís, virgen (1194-1253)

Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mt 18,1-5.10.12-14): En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».


«No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños»

Rev. D. Valentí ALONSO i Roig

(Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos vuelve a revelar el corazón de Dios. Nos hace entender con qué sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos. La solicitud más ferviente es para con los pequeños, aquellos hacia los cuales nadie presta atención, aquellos que no llegan al lugar donde todo el mundo llega. Sabíamos que el Padre, como Padre bueno que es, tiene predilección por los hijos pequeños, pero hoy todavía nos damos cuenta de otro deseo del Padre, que se convierte en obligación para nosotros: «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3).

Por tanto, entendemos que aquello que valora el Padre no es tanto "ser pequeño", sino "hacerse pequeño". «Quien se haga pequeño (...), ése es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mt 18,4). Por esto, podemos entender nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos. No se trata tanto de haber sido uno creado pequeño o sencillo, limitado o con más capacidades o menos, sino de saber prescindir de la posible grandeza de cada uno para mantenernos en el nivel de los más humildes y sencillos. La verdadera importancia de cada uno está en asemejarnos a uno de estos pequeños que Jesús mismo presenta con cara y ojos.

Para terminar, el Evangelio todavía nos amplía la lección de hoy. Hay, ¡y muy cerca de nosotros!, unos "pequeños" que a veces los tenemos más abandonados que a los otros: aquellos que son como ovejas que se han descarriado; el Padre los busca y, cuando los encuentra, se alegra porque los hace volver a casa y no se le pierden. Quizá, si contemplásemos a quienes nos rodean como ovejas buscadas por el Padre y devueltas, más que ovejas descarriadas, seríamos capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios. Como dice san Asterio de Amasea: «La parábola de la oveja perdida y el pastor nos enseña que no hemos de desconfiar precipitadamente de los hombres, ni desfallecer al ayudar a los que se encuentran con riesgo».

REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Ovejas criticonas

Buenos días, amigo/a

“Cuando te hiera la maledicencia, —dice Cicerón— consuélate pensando que no son los peores frutos los que pican las avispas”. Nos sucede que somos excesivamente perspicaces para detectar los mínimos defectos ajenos, pero nos volvemos muy ciegos para descubrir nuestras propias debilidades y falencias y, si las vemos, somos hábiles en disculparlas.

Mientras desfilaba la majada, al salir del corral, un carnero que caminaba solo, escuchaba la conversación de dos ovejas que iban detrás de él. Hablaban de sus compañeras y criticaban sin piedad a todas las que pasaban cerca de ellas. «¡Qué facha! ¡Qué modo de caminar! ¡Qué lana fea! ¡Qué gorda! ¡Qué flaca!» y mil otras cosas peores, algunas. El carnero, pensando al oírlas, que quienes así hablaban no podían ser sino un compendio de la hermosura ovejuna, se dio vuelta, dispuesto a admirar, y se encontró con dos ovejas horrorosas que casi lo asustaron. (G. Daireaux)

“Encontré a un hombre de buenas cualidades —relata el P. Alfonso Milagro— que casi las maldecía. Le pregunté por qué y me respondió: “Porque hacen sombra y eso no me lo perdonan”. Casi siempre detrás de la crítica está la envidia por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos para nosotros. P. Natalio.

Santoral del Día:  SANTA CLARA DE ASIS



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