miércoles, 18 de agosto de 2021

EVANGELIO DEL DIA JUEVES 19 DE AGOSTO DE 2021

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https://youtu.be/cQcyu-bHy1I


JUEVES 20 DEL TIEMPO ORDINARIO


Texto del Evangelio (Mt 22,1-14): En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a los grandes sacerdotes y a los notables del pueblo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía a otros siervos, con este encargo: ‘Decid a los invitados: Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda’. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.


»Entonces dice a sus siervos: ‘La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda’. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: ‘Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?’. Él se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes’. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».

«Mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda»


Rev. D. David AMADO i Fernández

(Barcelona, España)

Hoy, la parábola evangélica nos habla del banquete del Reino. Es una figura recurrente en la predicación de Jesús. Se trata de esa fiesta de bodas que sucederá al final de los tiempos y que será la unión de Jesús con su Iglesia. Ella es la esposa de Cristo que camina en el mundo, pero que se unirá finalmente a su Amado para siempre. Dios Padre ha preparado esa fiesta y quiere que todos los hombres asistan a ella. Por eso dice a todos los hombres: «Venid a la boda» (Mt 22,4).


La parábola, sin embargo, tiene un desarrollo trágico, pues muchos, «sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio...» (Mt 22,5). Por eso, la misericordia de Dios va dirigiéndose a personas cada vez más lejanas. Es como un novio que va a casarse e invita a sus familiares y amigos, pero éstos no quieren ir; llama después a conocidos y compañeros de trabajo y a vecinos, pero ponen excusas; finalmente se dirige a cualquier persona que encuentra, porque tiene preparado un banquete y quiere que haya invitados a la mesa. Algo semejante ocurre con Dios.


Pero, también, los distintos personajes que aparecen en la parábola pueden ser imagen de los estados de nuestra alma. Por la gracia bautismal somos amigos de Dios y coherederos con Cristo: tenemos un lugar reservado en el banquete. Si olvidamos nuestra condición de hijos, Dios pasa a tratarnos como conocidos y sigue invitándonos. Si dejamos morir en nosotros la gracia, nos convertimos en gente del camino, transeúntes sin oficio ni beneficio en las cosas del Reino. Pero Dios sigue llamando.


La llamada llega en cualquier momento. Es por invitación. Nadie tiene derecho. Es Dios quien se fija en nosotros y nos dice: «¡Venid a la boda!». Y la invitación hay que acogerla con palabras y hechos. Por eso aquel invitado mal vestido es expulsado: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?» (Mt 22,12).


REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:

Respeta y ama la naturaleza

Buenos días, amigo/a.

Sor beata María Romero, famosa por su trabajo con los marginados, fue una verdadera contemplativa. Su jornada se desenvolvía en una intensa actividad, pero su corazón descansaba en Dios. Entre sus escritos se han encontrado encendidas alabanzas, al mejor estilo franciscano, de la belleza de la creación y de todas las obras de Dios.

Un día estaba Sor María Romero regando los rosales para su Reina, la Virgen María. Mientras regaba hablaba a sus rosas. “Sí, mis amores, yo sé que ustedes son muy bellas y las manos divinas que las hicieron son tan prodigiosas como la belleza de estos pétalos amarillos”. Desde una ventana dos mujeres ayudantes de limpieza miraban y escuchaban a la Hermana. De pronto, sin que soplara viento vieron las ramas del rosal inclinarse sobre ella como acariciándola, mientras se sonreía repitiéndoles las mismas palabras. Sobrecogidas de asombro, bajaron enseguida al jardín: “¿Qué es esto que las rosas se doblan sobre usted?” Al punto el rosal se inmovilizó. Sor María las miró y les rogó: “Prométanme no decir nada de lo que han visto”.

Entre sus papeles se encontró uno donde hay unas treinta locuciones o respuestas a preguntas que dirigió a Jesús. Una vez, siguiendo una propuesta de la maestra de novicias, estando sola en la capilla le preguntó a Jesús: ¿Quién dices, Jesús, que soy? En esa ocasión escuchó nítidamente esta respuesta: “Eres la predilecta de mi Madre y la consentida de mi Padre”.  Hasta mañana. P. Natalio.


Santoral del Día:  SAN EZEQUIEL MORENO



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