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VIERNES 2 DE ADVIENTO
Texto del Evangelio (Mt 11,16-19): En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras».
«¿Con quién compararé a esta generación?»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Hoy debiéramos removernos ante el suspiro del Señor: «Con quién compararé a esta generación?» (Mt 11,16). A Jesús le aturde nuestro corazón, demasiadas veces inconformista y desagradecido. Nunca estamos contentos; siempre nos quejamos. Incluso nos atrevemos a acusarle y a echarle la culpa de lo que nos incomoda.
Pero «la Sabiduría se ha acreditado por sus obras» (Mt 11,19): basta contemplar el misterio de la Navidad. ¿Y nosotros?; ¿cómo es nuestra fe? ¿No será que con esas quejas tratamos de encubrir la ausencia de nuestra respuesta? ¡Buena pregunta para el tiempo de Adviento!
Dios viene al encuentro del hombre, pero el hombre —particularmente el hombre contemporáneo— se esconde de Él. Algunos le tienen miedo, como Herodes. A otros, incluso, les molesta su simple presencia: «Fuera, fuera, crucifícalo» (Jn 19,15). Jesús «es el Dios-que-viene» (Benedicto XVI) y nosotros parecemos "el hombre-que-se-va": «Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (Jn 1,11).
¿Por qué huimos? Por nuestra falta de humildad. San Juan Bautista nos recomendaba "menguarnos". Y la Iglesia nos lo recuerda cada vez que llega el Adviento. Por tanto, hagámonos pequeños para poder entender y acoger al "Pequeño Dios". Él se nos presenta en la humildad de los pañales: ¡nunca antes se había predicado un "Dios-con-pañales"! Ridícula imagen damos a la vista de Dios cuando los hombres pretendemos encubrirnos con excusas y falsas justificaciones. Ya en los albores de la humanidad Adán lanzó las culpas a Eva; Eva a la serpiente y…, habiendo transcurrido los siglos, seguimos igual.
Pero llega Jesús-Dios: en el frío y la pobreza extrema de Belén no vociferó ni nos reprochó nada. ¡Todo lo contrario!: ya empieza a cargar sobre sus pequeñas espaldas todas nuestras culpas. Entonces, ¿le vamos a tener miedo?; ¿de verdad van a valer nuestras excusas ante ese "Pequeño-Dios"? «La señal de Dios es el Niño: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad» (Benedicto XVI).
REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:
La alegría de servir
Buenos días, amigo/a.
Hoy te ofrezco un texto de la poetisa chilena Gabriela Mistral, que
obtuvo hace años el premio Nobel de literatura, cuando no era sino una humilde maestra de zona rural. Sus reflexiones sobre la alegría y el valor de servir a los demás son de una belleza clásica.
Toda la naturaleza es un anhelo de servicio. Sirve la nube, sirve el
viento, sirve el surco. Donde hay un árbol que plantar, plántalo tú;
donde hay un error que enmendar, enmiéndalo tú; donde hay un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú. Sé tú el que aparte la piedra del camino, el odio entre dos corazones y los obstáculos de un problema.
Hay la alegría de ser sano y la de ser justo; pero hay, sobre todo, la
hermosa, la inmensa alegría de servir. Qué triste sería el mundo si
todo en él estuviera hecho, si no hubiera un rosal que plantar, una
empresa que emprender. Que no te llamen solamente los trabajos
fáciles. ¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan! Pero no caigas en
el error de que sólo se hace mérito con los grandes trabajos; hay
pequeños servicios que son buenos servicios: adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña. Aquel que critica, es el que destruye, tú sé el que sirve. El servir no es tarea sólo de seres inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamársele así: “El que
sirve”. Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada
día. ¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, o a tu madre?
Servir no es tarea de seres de inferior categoría. Al contrario, Dios
el creador del universo, es en realidad el modelo y prototipo del
verdadero servidor. El Sumo Pontífice fue llamado por la tradición
católica “Siervo de los siervos de Dios”. Y Jesús dijo “No he venido
para ser servido, sino para servir”. Que esta bellísima página te
motive a orientar tu vida. P. Natalio.
Santoral del Día: BEATO MARCO ANTONIO DURANDO
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