Día litúrgico: Miércoles XII del tiempo ordinario
Santoral 26 de Junio: San Josemaría, presbítero
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Mt 7,15-20): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis».
«Por sus frutos los reconoceréis»
+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret
(Vic, Barcelona, España)
Hoy, se nos presenta ante nuestra mirada un nuevo contraste evangélico, entre los árboles buenos y malos. Las afirmaciones de Jesús al respecto son tan simples que parecen casi simplistas. ¡Y justo es decir que no lo son en absoluto! No lo son, como no lo es la vida real de cada día.
Ésta nos enseña que hay buenos que degeneran y acaban dando frutos malos y que, al revés, hay malos que cambian y acaban dando frutos buenos. ¿Qué significa, pues, en definitiva, que «todo árbol bueno da frutos buenos (Mt 7,17)»? Significa que el que es bueno lo es en la medida en que no desfallece obrando el bien. Obra el bien y no se cansa. Obra el bien y no cede ante la tentación de obrar el mal. Obra el bien y persevera hasta el heroísmo. Obra el bien y, si acaso llega a ceder ante el cansancio de actuar así, de caer en la tentación de obrar el mal, o de asustarse ante la exigencia innegociable, lo reconoce sinceramente, lo confiesa de veras, se arrepiente de corazón y... vuelve a empezar.
¡Ah! Y lo hace, entre otras razones, porque sabe que si no da buen fruto será cortado y echado al fuego (¡el santo temor de Dios guarda la viña de las buenas vides!), y porque, conociendo la bondad de los demás a través de sus buenas obras, sabe, no sólo por experiencia individual, sino también por experiencia social, que él sólo es bueno y puede ser reconocido como tal a través de los hechos y no de las solas palabras.
No basta decir: «Señor, Señor!». Como nos recuerda Santiago, la fe se acredita a través de las obras: «Muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe» (Sant 2,18).
REFLEXIONES DEL PADRE NATALIO:
Bondad de corazón
Buenos días, amigo/a
Un corazón bondadoso es fuente de paz y serenidad para todos los que conviven con él, y en primer lugar para él mismo. El salmo 128 describe la paz del hogar de un hombre justo. Comienza así: “Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos”. Y sigue describiendo la paz de su hogar con su esposa y sus hijos. Y añade: “Todo le irá bien”. Lee ahora con detención:
Además de razones poderosas y claras que te aconsejan ser bueno, te conviene serlo hasta por egoísmo, ya que nunca la dicha y la maldad se vieron juntas. El daño que causemos a los demás se volverá contra nosotros mismos. Para comprobarlo, fíjate en lo que te ocurre cuando, por ejemplo, lastimas a un compañero con una frase grosera. Al poco rato reflexionarás en lo que dijiste; comprenderás que has procedido mal; preferirías haberte expresado de otro modo. Sólo tienes un medio para librarte de la pena: ir hacia esa persona que has ofendido y pedirle disculpa por tus palabras. Mayor será tu amargura si empleas la violencia de hecho contra alguien. Te dolerá más a ti, pues te dolerá en el alma. Te durará más el sufrimiento, porque la conciencia te recordará tu crueldad durante meses y años. Ser bueno es la primera condición para sentirse feliz.
Es verdad que el daño que hacemos a los demás se vuelve contra nosotros, pero es muy cierto que la bondad que irradiamos también retorna a nosotros con más alegría, paz y felicidad del corazón. Que pases un día sembrando cordialidad. P. Natalio Bértolo.
Santoral del Día: SAN JOSEMARIA ESCRIVA DE BALAGUER
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